Cada pocos meses, podemos ver en el Black Bird de Santander a Jimmy Barnatán & The Cocooners, es como si fuera su segunda casa, allí el polifacético músico se encuentra muy a gusto, y eso es sinónimo de conciertazo, además rodeado de buenos amigos que le apoyan cada vez que toca en la capital cántabra.

No es habitual ver conciertos en julio y agosto en el Black Bird, desde hace unos años la sala situada en la calle Vistalegre cierra durante esos meses, principalmente porque son fechas de festivales, conciertos gratuitos y demás historias, y claro, abrir en pleno agosto solo para dar una fecha, te deja en fuera de juego, los cañeros no funcionaban (estaban vacíos) y el bajista de The Cocooners hizo de pluriempleado y manejó la mesa de sonido aparte de darle a las cuatro cuerdas.

Pero todo controlado, la mesa de sonido y la de luces las desplazaron al escenario, la primera controlada por Angel Camacho (bajista), que habitualmente se le puede ver como técnico de sonido en determinados eventos, y la de luces por Rubén Rodriguez (batería), que entre tema y tema iban ajustando. Pero hubo un problema de última hora, al cambiar tanto cachivache de lugar, minutos antes de empezar el bolo, parte del escenario se quedó sin luz, y la mejor y más rápida solución fue tirar de regletas y enchufar todo a la parte que si funcionaba, luego ya habría tiempo para saber que pasó realmente.

Conclusión, si se quiere dar un bolo en agosto, se da y punto.. buen trabajo muchachos.

Sala llena, calor sofocante, Jimmy con el pelo rubio, incluida la barba, ¿Quién da más?, noche para el baile, todo el mundo dispuesto a gozar del buen blues y rock and roll que derrocha esta banda, con un maestro de ceremonias que en un pis pas se metió al público en el bolsillo.

Cervezas para arriba, cervezas para abajo, lo único que nos quitaba el calor, además con el aire a tope pero nos pilló uno de los días más calurosos de agosto, incluso diría del verano. La banda demandando bebida que poco a poco se la iban acercando los amigos, había muchas ganas de saciar la sed.

Jimmy a lo suyo, mostrando su poderío con su voz, en alguna canción dejaba el micro y seguía cantando rodeado de su gente, también tocó el piano situado al fondo de la sala, otro derroche de genialidad que dejó al Black mudo.

La verdad que Jimmy y los suyos montaron una buena fiesta, siendo sus conciertos imprescindibles dentro de la programación anual del Black Bird. ¿para cuando la próxima?