Tres meses. O quizás puede que cuatro, recuerdo haberlo visto en verano. Ese es el tiempo que llevaba esta fecha danzando en mi calendario, y tenía muy claro que no iba a dejarla pasar. Poder volver a reencontrarme con Aphonnic en mi propia ciudad, y acompañados por los más cercanos Sinaia, me parecía una colaboración de escenario muy atractiva a la que no iba a faltar. Y allí estuve desde la misma apertura de puertas, hasta el cuelgue definitivo del micrófono.

El reloj traspasaba las 21:30 cuando el escenario más rebosante estaba de actividad, y a los que ya acumulamos varios directos de Aphonnic en nuestra propiedad, sabes de sobra cuándo van a comenzar su directo. Y efectivamente, ahí estaba el tema principal de la saga Saw con la que tan acostumbrados nos tienen a modo de introducción, pero fue entonces cuando llegó un fallo técnico. La mesa de mezclas fue la culpable de que el inicio se retrasase durante más de media hora, y es que sin muchas de sus bases instrumentales remezcladas, ni sus samples muy bien estudiados,

Aphonnic no sonarían igual, y era indispensable solucionarlo. Pasado un tiempo, se hizo un breve silencio y nuestras expectativas quedaron satisfechas: ahí estaba ya retumbando “Amarga despedida”, tema de apertura de prácticamente todos sus conciertos, y para mí, uno de los mejores sencillos de su penúltimo trabajo, “Héroes”. El público estaba repleto de fieles a esta banda, como quedó claro con todas las voces dirigidas hacia el escenario, que conocían de sobra cada palabra de Chechu, el frontman de esta formación viguesa.

Pese a que su último trabajo, “Indomables”, nació en 2016, estos chicos del norte siguen con la gira de cierre de esta etapa, puesto que su nuevo trabajo “La reina”, está previsto que vea la luz a principios del año próximo, y esto ha sido así por problemas con el estudio de grabación, lo que ha retrasado que podamos disfrutar de algún tema nuevo. Por tanto, este concierto se centró sobre todo en todos los temas más representativos de su último disco, quizás para próximas fechas de sus directos podamos disfrutar de su nuevo material.

También hubo cabida para temas de su larga duración del 2013, como sobre todo “Mi capitán”, con el que congregaron auténticas masas en todos los festivales en los que lo han representado, y con “Jerry” y “Luz y Fer”, quedó cerrada la composición extraída de “Héroes”. Todo lo demás se centró en el disco con la carátula del oso furioso, y así, fueron sonando “Ombligos”, “Aquellos maravillosos”, o ·Cunfía”, tema mucho más emotivo y tranquilo, para dar un descanso al nu metal al que nos tienen acostumbrados.

El público más conocedor de su discografía echó en falta en el set list algún sencillo de sus primeros trabajos, aquellos dos en los que las letras estaban en el idioma de Shakespeare, pero lejos quedan ya, ahora es turno de lo nuevo. Tampoco hubo ninguna mención para “6 bajo par”, su primer trabajo en castellano, pero a nadie pareció importarle, con la calidad y la energía que rebosan los últimos frutos de sus instrumentos. Con una acústica muy trabajada y una iluminación profesional durante todo su espacio ante el público, interpretaron “Cíclopes” como cierre, tema muy potente y casi como un estandarte y representante de la sangre indómita y luchadora que poseen estos cuatro rapaces.

Llegó un necesario lapso a modo de descanso en el que, mientras el escenario hervía en paseos y pruebas, el resto de la sala bullía con gente pidiendo en las barras o valientes que soportaban el frío, combatiendo la helada con el fuego del cigarrillo. A poco más de media hora de este receso entre bandas, salieron a saludarnos unos chicos que pasaban por allí, los madrileños de Sinaia, a quienes siempre recibimos con los brazos abiertos y las cervezas frías. Es una de esas bandas a quienes no me canso de ver, y si no me abandona la memoria, diría que es la cuarta vez que les veo este año, entre salas y festivales, pero con quienes me divierto tanto en pleno concierto, como estando de parranda.

Porque, para muchos, Sinaia es ese grupo que versionó a su manera un tema de Vetusta Morla (con mucho acierto, quién iba a pensar que sonarían mejor en un cover de metal), pero para los que hemos profundizado en sus trabajos, vemos que tienen tres álbumes de estudio muy completos, que abarcan desde el rock, hasta el metal y el punk. Y es que Valen, la cresta más visible del grupo y de quien ya he hablado en más ocasiones, se siente cómodo entre nosotros, disfruta viéndonos disfrutar. Y estuvo enorme, como el resto del grupo, porque tomó una posición de ventaja y de confianza sobre el atril elevado del escenario, y apenas se movió del frente; es más, si la Porta Caeli hubiera tenido un techo más alto o una segunda planta, Valen la habría alcanzado.

Esta es la gira de su último disco, engendrado en este mismo año que nos ocupa, y por ello es normal que el set list rebosara casi hasta la mitad con temas extraídos de ese elepé, llamado “Sólo humanos”. Abrieron esta velada metalera y punkarra con sus temas “Tierra” y “Sangre y cal”, y a partir de entonces, les seguirían otros dieciocho sencillos más, para rebasar la hora larga de concierto, en el que casi consiguen licuar nuestros huesos con tanto movimiento. Se nota que Valen cada vez confía más las voces en Isra, el bajista, quien va cobrando cada vez más protagonismo en los coros, como ya nos han ido demostrando en cada bolo, y es un papel que parece gustarle, por lo que estos cinco muchachos cada vez suenan mejor y se consolidan y unen como banda, lo que nos deja un sonido directo, contundente, con personalidad propia y con una identidad en la que se nota el cometido de cada integrante: los instrumentos suenan como si los tuvieras dentro de tu cabeza.

Siguieron alternándose temas de todos sus trabajos, y dábamos saltos temporales desde el 2014 al presente. “Ciudadano cliente”, “Reinicio”, “Verbo” y “No hay solución” nos transportaron un lustro atrás, cuando quizás la cresta de Valen no estuviera tan marcada como ahora, mientras que “Vesania”, “Valiente”, “Ojos cerrados” y, para mi criterio, uno de sus temazos más representativos “De par en par”, nos acercaron un poco más hacia su etapa más actual. Y para reforzar su último capítulo escrito con notas musicales, nos entregaron en directo, de sus manos y gargantas hacia nuestros oídos y almas, “Mi condición”, “Declive”, “Inercia”, y un más que agresivo y crítico “Asesinos”, con la que se dio cuenta de que la rabia puede también formar parte de un pentagrama. Dieron por terminado su protagonismo ante nuestros sentidos con “Sólo humanos”, recordando una vez más su larga duración homónimo.

Fue otra noche que se me hizo corta, en la que hubo cerveza, diversión, sudor y gritos a partes iguales, y que nadie quería que acabase. Al día siguiente, todos estos buenos músicos y mejores personas interpretaron sus vidas en León, donde tuvieron un buen gesto, como fue invertir el orden de actuación de ambas bandas, para que así nadie tuviera más protagonismo que el otro en los carteles. Nos quedamos con ganas de más, eso es algo que siempre ocurre, resulta irremediable cuando estás a gusto y te sientes como en casa, y estoy seguro de que esa misma sensación fue la que también abundó sobre el escenario.