Hay grupos cuya carrera se dispara desde el primer momento, aumentando su popularidad a pasos agigantados día tras día; canción tras canción. De forma fulgurante. Es el caso de Carolina Durante, la gran sensación del momento.

Si bien el detonante del fenómeno que constituyen estos madrileños fuera el éxito y la repercusión de “Cayetano” hace año y medio, ya han dejado claro que no son un grupo de una sola canción; ni de un solo éxito. Ni que se hayan quedado estancados ahí, intentado repetir la formula del primer éxito. Porque no hay una fórmula mágica que garantice el éxito continuamente. Sólo, la constancia y la calidad. Y ese algo inaprensible que hace que consigas conectar con el público. Algo que se tiene o no: grandes dosis de talento.

Desde aquel punto de inflexión en su trayectoria no han parado de publicar nuevas canciones. Grandes canciones: un par de sencillos (“El equipo titular” y “Perdona”), su primer elepé y otro nuevo sencillo (no contenido en el larga duración y que publicaron tres días antes de su primera fecha en La Riviera).

En este último, “No tan jóvenes” (conocido entre ellos como “Gen tortilla”), tratan del desencanto de la Generación Vacía, la cual se ve representada por ellos y es a la que pertenece la mayoría de sus seguidores, quienes se han encontrado con un  presente todavía peor del que les habían persuadido para soportar sin rechistar. Circunstancia que predispone al punk como reacción.

Sin embargo, los congregados antes y después de que Bestia Bebé abriera la noche no cantaron las canciones de The Stooges, Sex Pistols, Johnny Thunders o The Clash que sonaban en la sala. Y es que el público que sigue a Carolina Durante no es homogéneo. Y el de esa noche, en su inmensa mayoría, desconocía el punk clásico.

Esa fue la situación que se encontró el cuarteto argentino la pasada noche del 24 de noviembre en La Riviera; domingo. Significativamente, una buena parte del público sí cantó las canciones de Bestia Bebé; quizá porque conocían la reciente reedición en vinilo de su primer elepé, de 2013, por parte de Sonido Muchacho. Disco al que pertenecían las composiciones más celebradas por los asistentes; como “Sabés!”, “Patrullas del terror”, “Lo quiero mucho a ese muchacho” o “Wagen del pueblo”.

 También interpretarían temas de sus dos discos más recientes: “Todo mejorará”, “Fiesta en el barrio”, “Yo me la aguanto”, “El amor ya va a llegar”, “El monje”, “Las pruebas destructivas”...

Dos días después continuarían su gira española en otra sala madrileña, de la que Tom Quintans no dio el nombre.

En Carolina Durante los papeles sobre el escenario están claramente repartidos: Diego Ibáñez lleva la voz cantante –en todos los sentidos-. Tan solo Martín Vallhonrat hace algún comentario en ocasiones contadas. Mario del Valle y Juan Pedrayes –ambos también componentes de Axolotes Mexicanos- , tocan y callan. Entre otras cosas porque no tienen micrófonos a su alcance.

Por eso, cuando salieron a actuar, la mayoría de las miradas se centraron en Diego, quien se plantó al borde del escenario mirando al frente y concitando toda la atención de los fotógrafos. Algunas seguidoras, sin embargo, miraban a otro de los componentes del grupo.

Cada día suenan mejor. Lo saben; e incluso lo dicen en uno de sus temas: “Las canciones de Juanita”. Pero empezarían con “Cementerio”, desatando la locura generalizada del público; algo que hubiera sucedido igualmente fuera cual fuese la primera canción del concierto, pues así seguiría ocurriendo a continuación, al ofrecer    “Buenos

onsejos, peores personas”, “El equipo titular” y “Cuando niño”. Antes de la quinta canción, momento en que ya se había apaciguado ligeramente el desbordante entusiasmo inicial, anunciaron que Martín Barreiro había ido al concierto. Y no sólo eso, sino que además iba a cantar con ellos “El año”, tema en el que se le cita.

Y así lo hizo.

Más tarde Diego informaría de que el bajista y el baterista de Florentinos Feos también estaban en la sala, pero estos no subieron al escenario.

Del tal Dionisio al que nombran en un par de canciones, ni rastro. Será que solo se mueve por Corredera… ¿Alta o Baja?    

El público coreó con entusiasmo todas sus canciones de principio a fin, pero en “Nuevas formas de hacer el ridículo” lo hicieron atronadoramente; sobre todo en la parte en que se enfatiza: “Me masturbé con tu foto de la semana pasada”. Y es que en ese momento del tema desenmascaran sin compasión la patética realidad que se esconde tras el postureo de las redes sociales, acrecentado por la teatralidad de Diego cuando la canta. 

El vocalista es un tornado sobre el escenario. En todo momento se mueve de un lado a otro sin parar, se encoge, salta, se agita… mientras los demás tocan implacablemente.

No dan un respiro a su audiencia, ni a sus seguidores. Son como los tiempos vertiginosos en que vivimos; están en constante ebullición creativa. Dentro y fuera del escenario. En La Riviera dieron a conocer una nueva canción en la que se dice: “Si supieseis cómo soy, no me querríais tanto… Los artistas y los genios ya son cosa del pasado”.
 
Su música no solo levanta pasiones entre los más jóvenes. Por ejemplo, en “La noche de los muertos vivientes” (su sencillo de presentación de diciembre de 2017) abordan una situación en la que cualquiera que haya salido a divertirse hasta altas horas de la madrugada puede sentirse reflejado en ella si no es un gazmoño. Por lo que no es de extrañar que entre su público se pueda ver a miembros de dos generaciones de una familia disfrutando del concierto; o a algún que otro grupo de personas ya bien entradas en la madurez.
 
El repertorio de esa noche lo constituyeron sus diecinueve canciones publicadas y la inédita que dieron a conocer. Ni sobró, ni faltó, ni hubo bastante; pero el público, entregado de principio a fin, se quedó con ganas de más. No hubo bises.

Dejaron para el final sus canciones más populares. A una de ellas, “Cayetano”, la actualidad ha modificado la letra, pues, debido a lo acontecido catorce días antes, ya no dice: “Todos mis amigos se llaman Cayetano. No votan al PP, votan a Ciudadanos”. Sino: “Todos mis amigos se llaman Cayetano. Ahora votan a Vox, antes a Ciudadanos”.

Si bien su meteórica ascensión y su actitud pueden recordar a las de Siniestro Total, el caso de “Cayetano” recuerda más al de Glutamato Ye-yé con “Todos los negritos”.

El propio Iñaki Fernández en una ocasión se cruzó con unos jóvenes que la cantaban mientras salían de misa. Quizá el padre de Carolina Durante (persona) recuerde alguna otra anécdota parecida.

Otra circunstancia que ayudó a incrementar vertiginosamente el alcance y la popularidad del grupo fue que después de destacar con “Cayetano” y “El himno titular” publicaran “Perdona”, un sencillo en el que Amaia Romero cantaba junto a Diego Ibáñez. Esta canción es la más reproducida del grupo en las plataformas de escucha musical, y sería la penúltima del concierto. Acabarían con “Joder, no sé”. Ese himno existencial y generacional en el que se pone de relieve el desasosiego, las contradicciones e inseguridades propias de una edad y una época: esta en la que vivimos.

Y no paran. Son los artistas españoles que más han tocado en festivales durante 2019. Cuatro días después de abarrotar durante dos noches seguidas La Riviera actuaron en Spanish Bombs, un festival de punk español celebrado en Berlín. Al día siguiente, en Londres. En los próximos días les esperan conciertos en Canarias, Galicia, Zaragoza, Pamplona, Vitoria y Barcelona antes de acabar el año.

Y mientras actuaban en La Riviera se anunció en las pantallas un concierto suyo en el Palacio de los Deportes de Madrid (ahora llamado WiZink Center) para el 28 de diciembre de 2020. El grupo invitado es un tal Equipo Local. ¿Acaso serán Los Nikis de la Pradera? ¿O Los Nikis de Tapadillo? Sería una buena inocentada por parte de Sonido Muchacho. Sobre todo para los que no compren la entrada a tiempo…