COLABORACIONES
 Crónica
 
Thrice + Petrol Girls
  17/11/2019     
  Diego Desegé     
  David Izquierdo
  Sala Cool, Madrid, Madrid
www.insonoro.com

Hay ocasiones en las que sabes que no vas a asistir a un concierto como tal, y eres consciente de que lo que vas a presenciar, está por encima del concepto de directo. Y con Thrice ocurre exactamente eso, su estilo al representar su música está más cercano a un recital de perfecta armonía, que al ámbito en el que se desenvuelven otros grupos encima de un escenario.

El domingo 17 de noviembre era una fecha con dos motivos que resaltar si hablamos de esta banda, y ambos están directamente relacionados. Por una parte, las entradas llevaban meses con el aviso de sold out colgado de ellas, y además, Thrice es un grupo que no atravesaba nuestras puertas desde hacía años, al menos si nos referimos a las salas, porque tuvieron un paso más esporádico el pasado año, en la edición madrileña del Download, festival con marcadas raíces británicas. Tal y como ocurre con muchas otras bandas, si hubieran escogido una sala más amplia, habrían vendido igualmente todo el aforo, pero en esta ocasión, la acústica fue muy refinada y selectiva, tal y como se espera de un grupo tan técnico y perfeccionista como este cuarteto californiano. Las ventajas de haber escogido una sala pequeña son obvias, pudiendo retocar con más precisión hasta el más mínimo ajuste de la acústica o de la iluminación, y ese es el trato que se merecen unos artistas con diez sesiones de estudio entre su existencia.

Para abrir este domingo de post hardcore, la banda escogió como compañía una banda mixta de damas y caballeros, a los que la importancia de sexos se les entrega en la misma proporción. Visitándonos desde el territorio de la libra, comenzaron a sonar Petrol Girls, una banda con un marcado toque reivindicativo, inclinados hacia el feminismo, un movimiento social que se dejaba sentir en todas sus letras, interpretadas por su front woman, Ren Aldridge, cuya voz, expresividad y movimientos me recordaron sobremanera a Cecilia Boström, vocalista de The Baboon Show. La media hora de nuestra atención que fue reclamada por estos mitad y mitad, fue un repaso mayoritario a su último álbum de estudio, grabado y editado en este mismo año, y dado a llamar “Cut & Stitch”, en el que ya se nota la acentuación de la lucha como respuesta. Antes de que nos diéramos cuenta, las 20:00 se convirtieron en las 20:30, y entre sus últimos gritos punkys y voces macarras, la actual banda fue dando paso a un vacío sonoro, sirviendo como expectación a lo que estaba por llegar.

  
Petrol Girls
 

Los técnicos de sonido tocaron y ajustaron cada cuerda y cada tono como si fueran verdaderos restauradores de obras de arte, y a las 21:00, sin un segundo que perder, fueron apareciendo en escena los cuatro integrantes que con tantas ganas deseábamos encontrar, y con cada uno de los californianos en las alturas, las luces iban ganando más intensidad, hasta que nuestros oídos estallaron en alegría cuando abrieron con “Only us”, sin duda el mejor inicio para un concierto suyo, utilizando el mismo tema que introduce su último trabajo, llamado “Palms”, y perteneciente al año que murió para dar paso al que estamos viviendo. Fue escogido por su calma, para sin duda, empezar a recorrer una cordillera de emociones, desde el rock hasta el hardcore que tan bien supieron manejar en sus primeros trabajos como banda. El crescendo siguió creciendo en este primer trío de temas con unos "Image of the invisible" y "Silhouette", situando nuestros cuerpos en una posición cada vez más elevada, desde la que casi podíamos mirar a los ojos de estos artistas sin necesidad de alzar la cabeza.

Con 20 años de carrera musical y 10 carátulas que llegaron a las tiendas, estaba claro que una gran parte de su legado se iba a quedar apartado de la selección final del set list, pero no pareció importarle a la gran mayoría de almas que atravesaron la puerta de la sala Cool, como demostraron con sus coros, saltos, aplausos y gritos. Hubo variedad para satisfacer a todos, desde los seguidores más acérrimos y fieles a la banda, esos incondicionales amantes de la caña con la que comenzaron atronándonos en sus primeros discos, y son ellos quienes quizás echasen en falta temazos como "The abolition of man", u otras de tintes más duros de sus discos más recientes como "Hold up a light" o "Blood on the sand", aunque esto quedó compensado con la sí presencia en el set de otras como "Deadbolt”.

El seguimiento de su trayectoria musical fue continuada con un trío de ases, “Just breathe”, “Yellow belly” y “Arsonist”, y con cada sencillo que interpretaban, los sonidos procedentes del público seguían creciendo, lejos de apagarse o enmudecer. Y es que, a cada segundo que pasaba, quedaba muy patente que todo estaba en su sitio, que cada miembro estaba totalmente ubicado en su zona correspondiente, y las notas brotaban como si, en lugar de ante cientos de personas, estuvieran grabando en un estudio, porque así son Thrice, técnicos, entregados, profesionales, con un sonido perfecto, en el que todo funciona como la composición estudiada durante horas de la que se trata.

  
Thrice
 

Precisamente, al ser un grupo tan hermético ante los cambios en sus actuaciones, su principal voz, Justin, apenas hizo un inciso de 30 segundos en toda su actuación, para dirigirse hacia nosotros sin instrumentos que le acompañasen. Cuando has asistido a tantos conciertos y presenciado a tantas bandas, este hecho puede chocar, pero realmente es una de las razones de ser de este cuarteto: directos y sin concesiones, porque su música está diseñada para ser disfrutada sin pausa. Por ello, casi sin que nos percatásemos, nos alcanzó otro triunvirato, esta vez con “Of dust and nations”, “At the last” y “Deeper wells” como vértices, mezclando la sutil emotividad de lo melódico con la electricidad contagiosa del hardcore. Pero nadie estaba preparado con lo que iba a llegar a continuación.

Y es que “The artist in the ambulance”, “Hurricane” y “Stare at the sun” nos provocaron una reacción tan enérgica que casi llegamos a tocar el techo con tanto movimiento, y sin duda fue la consecución de temas que más nos llevaron a rozar el placer del plano sonoro. Vaya tres temazos que nos entregaron estos cuatro caballeros, como si fuera un obsequio por nuestra compañía en aquella noche madrileña.

Habiendo superado el meridiano de este directo, parecía que no se iban a ganar más cantidad de nuestras fuerzas, pero no fue así. En los ocho temas que siguieron hasta dar por finalizado el concierto, Kensrue nos dio un recital con todo su registro vocal, reforzando aún más la opinión de que sus cuerdas, tanto en su garganta como en su guitarra, no podrían compararse casi a ninguna otra. “Red sky” y sobre todo, “Black honey”, uno de sus temas más conocidos, cupieron en el pentagrama que nos entregaron a todos y cada uno de nosotros, y que nos llevamos en el vivo recuerdo de nuestra memoria, si bien, antes de terminar el directo, todos los instrumentos vibraron con “Deadbolt”, y finalmente, como despedida, “Beyond the pines”, que comenzó de forma sencilla, casi a capella, para ir reclutando en su camino al resto de sus compañeros de escenario, y fue cuando, por vigésima vez, comprobamos lo bien que se desenvuelven los hermanos Breckenridge, compañeros de bajo y batería.

  
Thrice
 

Así fue como llegó el final del concierto, y nosotros, progresivamente, fuimos descendiendo del espacio exterior en el que nos habían puesto en órbita. Una actuación impecable, soberbia, profesional y magistral, en la que todos pudimos aprender algún conocimiento y adquirir alguna conclusión; la más unánime y extendida fue, sin duda, que la música atraviesa tus capas, se introduce en ti, llega hasta donde sólo es posible con una cohesión irrompible de todos sus elementos.

Dos guitarras, un bajo, una batería y tres micrófonos son suficientes para que, durante hora y media, tu alma se desprenda de tu cuerpo y recorra todos los cables que pueden unirte al grupo que tienes ante ti.

  
Thrice
 
 Fotos
 
  
 
Petrol Girls - Thrice
 
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