Que la música es un nexo social, es algo que nadie duda. Por eso, cuando los camaradas de la CNT organizaron la segunda edición de este festival con carácter benéfico y reivindicativo, quisimos ser testigos en primera persona de todo lo que organizan para promover su lucha. En esta ocasión, la lucha procedía de la división de CNT Gijón, donde dos compañeras afiliadas al sindicato tuvieron problemas judiciales en unas protestas contra un negocio gijonés.
Por cuestiones personales, no pudimos acudir hasta la Fábrica de Tornillos hasta las 19:00 de la tarde, por lo que, al primer grupo de todos los que tocaban en esta jornada reflexiva y musical en Miranda de Ebro, no pudimos asistir a tiempo. No nos cabe duda de que los chicos de Guacorejo y Salmorales así como Shock lo hicieron de lujo, esperamos vernos para la próxima. Otro imprevisto que tuvo lugar es que Pirri, el frontman de Escuela de Odio, sufrió un accidente laboral el viernes antes del concierto, por lo que hubo que realizar un cambio de programación, entrando a formar parte del plantel de bandas Fears Away, en sustitución de la formación asturiana. Nuestro apoyo y ánimo a Pirri, recupérate pronto guaje!
Hablando de estos últimos, en cuanto atravesamos la puerta de la sala, acreditación en mano, empezaron a sonar los primeros acordes de Fears Away, quinteto vasco con orígenes en Gasteiz que nos empezaron a descargar sus truenos sonoros desde el minuto uno. Su binomio de hardcore y metal se hizo sentir en las cuatro esquinas de la nave industrial que acoge lo que ahora es una sala, y los primeros saltos y pogos empezaron a brotar entre el público. Con algo más de media hora de representación en directo, nos enseñaron sus trabajos, consistentes en un EP, un larga duración, y un tercer proyecto, que por ahora está en fase de presentación, entre conciertos y festivales. Letras en inglés, notas descarnadas y energía desmedida sobre el escenario, así fue como nos trataron estos muchachos.
Fears Away
Ahora hacemos un cambio notorio de estilo, porque del HxC, pasamos al punk ska, representado por unos chicos que son muy conocidos y queridos por estas tierras burgalesas. Hablo de Sentido Crítico, un cuadrado cuyos vértices llevaban tiempo en calma y reposo, sin apenas interpretar sus temas en directo, y que han vuelto a reunirse para mostrarnos lo que mejor saben hacer. Quizás no sean tan conocidos, ni tengan tantas carátulas colocadas en las tiendas, pero durante algo más de media hora, su punk por y para el pueblo, nos hizo vibrar un poco más en esta noche de diciembre que ya empezaba a caer.
Sentido Crítico
Llegamos a uno de los nombres propios más esperados del cartel, Rude Pride, representando un estilo que no suele ser muy común en los festivales, pero que sí tiene total cabida y coherencia en un evento como este. El Oi! se hizo notar en cuanto estos cinco muchachos de Madrid salieron al escenario, y a golpe de trompeta, guitarras, teclado, batería, y unas voces decididas y directas, nuestros esqueletos quisieron bailar por sí mismos.
Con letras también en inglés, dos trabajos cortos y dos trabajos largos que interpretar allá donde pisan, los 45 minutos que les cedieron el protagonismo nos dejaron con nuestro apetito de ska, de punk y hasta de pizcas de reggae más que saciado, y demostraron ser una de las bandas más concienciadas con el movimiento sharp, dispuestas a preservarlo y a llevarlo consigo.
Rude Pride
Habiendo transcurrido ya más de la mitad de la jornada, quedaban tres bandas por presenciar, y una de ellas era Karne Cruda, banda cántabra con quince años de estancia en los escenarios, y buenos conocedores del punk/rock. Sus cifras son cinco discos y cinco miembros, todos ellos perfectamente integrados para entregarnos esos gritos, esos coros, esas guitarras rabiosas y ácidas, y esos golpes rápidos a la batería que tanto caracterizan su estilo.
A lo largo de su trayectoria como banda, han tenido varios periodos de inflexión y de descanso, pero en absoluto dan muestras de dejadez o de abandono cuando les vislumbras en lo alto de un escenario. Nos hicieron pasar una hora muy movida y activa mientras nos tapaban los oídos con su agresivo y transgresor punk rock, espero que no vuelvan a pasar por otra parada que les haga bajarse de las tablas.
Kandre Cruda
Llegó el momento de los que posiblemente fueran elegidos como los cabezas de cartel de esta edición, y sí, los encargados de estar en las alturas eran Rat-Zinger, los cuales ya casi no necesitan ni presentación. Con claras referencias a Motorhead, de los cuales no sólo se inspiraron en su estilo, incluso en su mascota para elaborar su bandera, empezaron a sonar muy fuerte estos cuatro muchachos bilbaínos, y la sangre de EH se hizo notar, bombeando fuertemente sus venas en cada letra.
Metal, punk, rock duro y hasta hardcore se hacen notar en sus cinco proyectos alumbrados hasta la fecha, que ya se han encargado de representar en multitud de directos, caracterizados por la violencia directa de sus letras, porque, si algo hay que decirlo, se dice sin concesiones, sin limitaciones. En los diez años que llevan como formación, se nota, y mucho, el estilo propio que ellos mismos han dado en llamar como “rock & roll para hijos de perra”, y protagonizaron los momentos más macarras y punkys de la noche, sin duda. Y para cerrar su hora y cuarto de concierto, todo el mundo acabó cantando su propia versión de “Ace of spades”, al coro de “Tenéis speed”; sin duda, un momentazo de risas y juerga.
Rat-Zinger
Esto se acercaba a su fin, y los encargados de bajar el telón a la velada eran los cinco chicos procedentes de las barcelonesas costas de Mataró. Bellako se hacen notar allá por donde pasan, y si no es por su ruido, es por su actitud, representando una mezcolanza de estilos, en los que predominan sobre todo el hardcore y el metal, con algunos acordes prestados del punk y el trash. De todas las veces que les he visto en directo, siempre las he gozado con su estilo enérgico, potente y explosivo, y es que sus ritmos pueden llevarte a contorsionar tu cuerpo hasta límites preocupantes, pero cuando empiezan, ya no puedes parar.
Mediante sus tres larga duración y su EP, han pasado por salas y escenarios más abiertos, y ya quedan pocos asiduos al mundo del metal que no haya oído hablar de ellos. Si aún no los conoces, sal a la calle, seguro que les oirás atronar a kilómetros de distancia, y creo que en todo Burgos supieron, durante 45 minutos, lo que es un buen directo de HxC, el cual, una vez más, se me volvió a hacer corto, por lo bien que te lo hacen pasar.
Pasadas las 2 de la mañana, las luces se encendieron para no volver a apagarse, lo que nos daba a entender que todos los grupos habían pasado por su cuota de protagonismo ante el público. Fueron desfilando las botas, los pitillos, las bomber y los tirantes hacia la salida, y en nuestra mayoría, nos llevamos adherido ese ambiente que se destila en los conciertos de este tipo, habiendo gritado con las letras, o entrado al pogo con las bases, pero sobre todo, quedándonos con ese sentimiento social dentro del cuerpo, de hermandad con los semejantes, de no concesión ante la represión, de lucha por las desigualdades y de combate ante las injusticias.