No exagero al decir si han pasado más de dos años desde la última vez que vi a estos chicos sevillanos que hoy nos ocupaban la noche, y no fue precisamente en Valladolid, sino en aquella mítica noche de la Cueva del Jazz en Zamora, justo unas semanas antes de lo que nos vino después para dejarnos a todos en casa. Ya es una costumbre habitual que los Gritando sean acogidos en la sala Porta Caeli, y se dejó notar el recibimiento según fue avanzando la noche.

La apertura de puertas y calentamiento del ambiente correspondía con los A Tiro, unos madrileños procedentes de Fuenlabrada con raíces fundadas casi 15 años atrás, pero que cuyo primer trabajo largo no vio la luz hasta el 2016. Con una discografía formada por dos discos, tuvieron material de sobra para abrirnos las orejas, y así fue como comenzaron su directo con “La primavera”, de su primogénito disco “Buscando la sintonía”. Siguieron con “Dale gas”, “Mi desierto”, y para la sorpresa de unos cuantos, contaron con Marcos de Gritando para colaborar en el tema “La chica rock & roll”. De su segundo y último elepé hasta la fecha nos entregaron varios tracks como “Atrapado” y “Salvaje”, este último como parte también de uno de los últimos vídeos musicales que ha grabado la banda.

Con sus marcadas influencias de bandas del rock como Platero o ACDC se despidieron del escenario y se quedó un breve silencio en la sala, a la espera de que fueran saliendo los cuatro muchachos venidos desde el sur y que tantas ganas teníamos de recibir. Si bien no trajeron nada nuevo que enseñarnos, su concierto se basó mucho en aquella mítica Gira Incendiaria que hicieron cuando sacaron “Material inflamable” cuatro años atrás, así que su set list me recordó sobremanera a aquel concierto de Zamora del que he hablado unos párrafos antes.

Con unos cuantos cambios en la formación habitual, vimos que Jorge había sido sustituido en la batería, y en la mesa de sonido había un nuevo fichaje. Así fue como salieron todos a las tablas, con un comienzo, como no podía ser de otra forma, con “Mi último cartucho”, procedente, precisamente, del disco del 2018. Siguieron con “Sácame de aquí”, y justo después, subiendo el nivel de caña con uno de sus temas más conocidos, “Actitud”. Fue una hora y media cargada de temazos, conté alrededor de veinte, en la que no pararon ni un momento, y si bien se les notó un punto por debajo de la energía habitual que suelen tener en otros directos, se entregaron todo cuanto pudieron con su discografía más conocida.

Puede que “Maldito” sea su larga duración más querido por los que les escuchamos, y aunque ya tenga más de diez años, es un trabajo que no se queda atrás, ni se desfasa. Prueba de ello es que gran parte del set list estuvo conformado por extractos de ese LP, como “Dónde te has quedado” y “Vértigo”, quedando hueco por supuesto para “La edad de mierda”, su siguiente trabajo en el tiempo y del que también se pueden sacar muchos himnos míticos de la banda.

“Entre tus piernas”, “Rumbo de colisión” o “Mírame desnudo” siguieron llenando aquella de las primeras noches de junio, y cuando ya pasábamos de la mitad del concierto, nos siguieron lanzando con toda su fuerza los últimos temas antes de cerrar su directo, entre los que no pudieron faltar “Lágrimas de un paria”, “Sueños rotos” y “Días grises”, que brotaban al unísono de las gargantas de los asistentes, para fundirse con la de Marcos. Cuando tocaron “Rock & roll de Barrabás”, hicieron las presentaciones de la banda al tiempo que la despedida, y efectivamente, no hubo más bises ni compases improvisados, los instrumentos enmudecieron y el escenario quedó vacío progresivamente.

Por haber, hubo hasta pogos y bailes, la segunda mitad de la platea de la sala se llenó de empujones y saltos, mientras que por delante, ni siquiera llegó a formarse una media luna, estuvo lleno hasta la línea de los altavoces. Después de aquello, servidor y fotógrafo acompañante se fueron de bares con estos cuatro sevillanos, pero esa ya es otra historia ligeramente apartada del entorno estrictamente musical.