El tiempo no pasa igual para todos y puedes encontrarte con gente que derrocha más salud a medida que pasan los años y otros que, sin embargo, parecen tener el doble de años de los que en realidad tienen; con la música pasa lo mismo y es fácil que puedas ir a ver a un artista en directo y pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. Afortunadamente, en otras ocasiones es al revés y el artista o grupo está mucho mejor de lo que te podías esperar.

Sé que Parabellum era uno de los grupos a los que la Asociación Cultural Octubre seguía los pasos hace tiempo para traerlos a su ya mítica nave, aunque todavía no se había podido fraguar, pero, un día, me llegó el chivatazo de que, por fin, los iban a poder traer, con un pequeño cambio de fechas, para no coincidir con un festival cercano del mismo estilo que iba a tener lugar el día anterior, quedando la cita marcada para el sábado 22 de abril.

He de reconocer que Parabellum fueron una banda que sonaba por casa bastante a principios de los 90, pero a los que luego los fui perdiendo la vista y a los que nunca los había visto en directo, por lo que tenía mucha curiosidad por ver que nos podían deparar en vivo y, sobre todo, disfrutar de sus ya clásicos himnos, que marcaron a más de una generación dentro del denominado rock radical vasco, aunque el estilo de los de Barakaldo era mucho más que eso.

Con la curiosidad de ver que me iba a encontrar, me acerqué, casi dos meses después, al citado local, ubicado en Sierrapando, Torrelavega, en donde ya se vivía un buen ambiente, con mucha presencia de gente a la que hacía bastante que no veía, mientras el bueno de Raúl Lende iba pinchando música para animar la sala, que, si no se llenó, poco le faltaría, superando con creces, como me comentaron desde la organización, las expectativas que se habían creado.

La trayectoria de Parabellum cumple, en este 2023, 40 años en activo, aunque tuvieron un ligero parón a finales de los noventa y principios del presente siglo, habiendo editado hasta la fecha los álbumes “No hay opción” del 1987, “Bronka en el bar” de 1991, “Hace Falta...?”de 1993, “Txarriboda” de 1994, “Adelante sin cabeza” de 1998 y, su más reciente obra, “El grito del hambre” del 2022, además de un par de trabajos en directo, algún recopilatorio y de contar con un disco tributo.

La formación está integrada por Josu Korkostegi ahora solamente a la voz, Pedro de la Osa guitarra y coros, Iñaki Setién a la otra guitarra, Lino Prieto al bajo y voces y Nacho Villarejo a la batería, que fueron los que allí se presentaron, tocando una intro a toda velocidad, con una gran exhibición de Pedro, pero sin Josu, el cual ya apareció para “Dime tú”, de su segundo trabajo, muy cantada y coreada y que sonó muy rápida, para, sin parar, continuar con “A toda velocidad”, del mismo disco, otra conocida y querida pieza, que provocó el disfrute de casi toda la concurrencia, rendida a la banda desde el primer instante.  

No querían que aquello se enfriase y fueron enlazando canciones, siendo el turno de “Arráncame el bozal”, de su más reciente obra, en la que Josu apareció con una máscara, una pieza que tiene pinta de ser un futuro clásico, a tenor de la buena acogida que tuvo, para continuar en este nuevo disco con “¿Quién fue el culpable?”, que empezó relajada y con ese sonido constante, endureciéndose más y con mucha fuerza en el estribillo, mostrando esa variedad que le han querido dar a su actual sonido.

Tras un breve respiro, que les sirvió para saludarnos y vacilar un poco, regresaron a su aclamado segundo disco con “Kuerpo a cuerpo”, con la gente enloquecida, una gran canción y en donde, como durante toda la velada, Pedro se lució con su guitarra, pasando Josu a reconocer que al no tocar ya la batería puede moverse más, siendo el momento de “Anoche dije adiós”, de su cuarto trabajo, empezando Iñaki, siendo un tema muy machacón, elaborado y potente, manteniendo el disfruté de los presentes, que estábamos asombrados con el buen momento de la banda.

No había tiempo que perder y llegaba “Una canción de amor”, de su ópera prima, comenzando Pedro este clásico corte que fue muy celebrado, con los músicos animándose y participando de lo que estaba siendo una gran fiesta, para, sin parar, volver a su más reciente referencia con “El grito del hambre”, con cambios de velocidad y de intensidad y con un sonido muy crudo y potente.

La primera pieza que tocaron de su tercer trabajo fue “Johnny el guapo”, iniciada por Iñaki, con un sonido machacón y constante, siendo también muy celebrada y pegadiza, mostrándose encantados de estar aquí y afirmando que nos lo merecíamos, aunque nos vacilaron con que tenían que estar pronto en casa, continuando Pedro, que fue el encargado de dar inicio a “Imaginas”, compañera de disco de la anterior, comenzando muy relajada, coreando a capela ese inicio, con un sonido constante, muy celebrada y con su cantante escenificando mucho y revolcándose por el suelo.

Después de tomar aire, era el momento de “Las paredes”, de su segundo trabajo, empezando Pedro con su guitarra, siendo otro clásico, que fue muy coreado y en el que Josu y Lino se alternaron a las voces, con un sonido más relajado y que dio paso a otra pieza mítica como es “La locura”, de su obra de hace 30 años, muy bien recibida, con la gente cantando a capela y Josu encima de los altavoces, situados delante del escenario, y luego sacando un cencerro, logrando una gran conexión con un público que estaba vibrando con lo que allí estaba sucediendo.

Pero no hay que olvidar que venían presentando nuevo disco, el cual se cierra con “En este agujero”, un tema muy importante para ellos, ya que fue el último corte que creó su fallecido e histórico guitarrista Lera y que ellos habían arreglado, empezando relajado, pero con fuerza, siendo un corte muy pegadizo y muy bueno, para, después de tomar aire, continuar con otra canción de aquel gran trabajo del año 1991 como era “Mira ¿ke no lo ves?”, muy celebrada y con la gente cantando desde el principio, un clásico, alternándose la presencia de ambas guitarras, con un bajo muy marcado y que sirvió para presentar a los integrantes de la banda.

Nos avisaron de que esta tarde no iban a poder llegar a ver “Supervivientes”, una coña en relación al conocido y asqueroso programa de televisión, mostrándose de nuevo encantados de estar aquí y con Pedro cambiando de guitarra, para ser Iñaki el que diese comienzo a “Somos un tren vivo”, de su reciente trabajo, con un sonido constante, sacando su cantante unas maracas y un pandero en la parte que se relaja y con un gran solo de Pedro.

Tras vacilarnos con un amago de acabar y algún nuevo cambio de instrumento, continuaron con otro tema de su segundo disco como ese “Esta noche acabaré con ella”, con Josu poniéndose un gorro, que ya no dejaría en toda la velada, empezando relajado y siendo otro clásico muy esperado, con Pedro y Lino divirtiéndose, antes de anunciarnos que la próxima, “Marionetas”, de su más reciente plástico, habla  sobre los derechos sociales, que están muy pisados y es que somos juguetes en manos de los poderosos, con un inicio muy cañero, siendo una pieza muy intensa y haciendo Josu como que Pedro era su marioneta y que él le movía los hilos, una composición que gustó mucho.

Y ahora llegaba dos temas míticos de la banda, quizás los dos primeros que escuche, siendo el primero en sonar “Bronka en el bar”, que daba nombre a su segundo disco y que fue muy rápido y celebrado, como lo sería aquel “No hay opción”, con el que los descubrí en uno de aquellos recopilatorios de bandas emergentes y que daba nombre a su ópera prima, provocando la locura total en el local, con la gente, yo incluido, gozándolo a tope.

Sin dejar su primer trabajo, llegaba el turno de “Kien kiere”, el que la cerraba, del que hicieron una versión más corta y muy rápida, manteniendo ese estribillo pegadizo, comenzando a despedirse y mostrándose encantados de haber estado aquí, siendo el momento de “Ya nada es igual”, de su actual obra, empezando con un sonido constante, dejándonos una canción pegadiza y animada, pero con un ritmo más relajado que sus compañeras de repertorio.

Llegaba uno de los momentos más especiales de la noche, sobre todo para Águeda Gruber, una de las integrantes de la Asociación Cultural Octubre y cantante en los primeros años 90 de Indigentes, una banda muy querida de Torrelavega, que se subió a cantar con ellos “La vela se apaga”, de su cuarto trabajo, muy buena y muy celebrada por la gente y que les quedó muy bien, para avisarnos de que la siguiente la teníamos que cantar nosotros, siendo el turno de “Demonios en el jardín”, la que abre su actual referencia, empezando Pedro, dejándonos un corte relajado, muy pegadizo y quedón y con un prolongando final.

Nos recordaron que tenían un puesto de merchán en donde podíamos hacernos con material de la banda, antes de avisarnos de que con ésta ya se iban, siendo el turno de aquel “Envenenado”, que abría su segundo disco y que provocó la locura toral entre los presentes, que sacaron sus últimas fuerzas para darlo todo, en una pieza muy esperada y con la se despidieron de todos nosotros, con la foto de rigor incluida, y mostrándose encantados del trato recibido.

Tanto fue así que, ante la insistencia de la gente para que tocasen más y pese a que su repertorio ya había terminado, sin haberse ido del escenario todavía, se animaron a tocar alguna pieza más, reconociendo que la primera de ellas, la cual no pude identificar, hacía mucho que no la tocaban, siendo una canción muy pegadiza y ganado fuerza a medida que avanzaba.

Pero todavía tocarían alguna más, como ese “Nov-92”, de su tercer trabajo, muy cañera, cantando partes Lino, parando y prolongado el final, con la gente enloquecida, siendo Pedro el que diese comienzo a esa versión de “Un día en Texas” de los Parálisis Permanente, que ellos publicaron en ese mismo disco, tocada a toda velocidad y que, como todas las que esta noche sonaron, fue muy bien recibida.

De esta manera y después de haber estado dos horas sin parar, terminaba un gran concierto de unos Parabellum que se mostraron muy en forma y con mucho tirón entre los presentes, que supieron aprovechar estas ocasiones y disfrutar de esas canciones clásicas y que han envejecido tan bien, si olvidar los nuevos cortes, que han calado rápidamente entre los seguidores de esta formación.

Lo cierto es que lo vivido allí esa noche de un sábado de abril estoy seguro que quedará grabado a fuego para todos los presentes, que pudimos ver como esta banda ha sabido mantenerse, no solo con mucha dignidad sino que, probablemente, puedan estar en su mejor momento de forma y mucho mejor que la mayoría de sus contemporáneos, con temas, tantos los nuevos como los viejos, que suenan fantásticos en directo, gracias a las gran calidad de sus músicos, en especial un Pedro de la Osa que es un gran guitarrista, pero sin menospreciar, ni mucho menos, la labor del resto de integrantes y la personalidad de Josu como frontman.

Con los ojos cerrados os aconsejo asistir a los conciertos de Parabellum que puedan darse cerca de vuestro lugar de residencia, porque es de los mejores que he visto este año y ya llevo unos cuantos.

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Con el ultimo CD del grupo debajo del brazo y después de cambiar impresiones con alguno de los presentes, todos asombrados por lo que acabamos de presenciar, me fui de la sede de la Asociación Cultural Octubre, que vivió una de esas noche inolvidables, lográndose una gran comunión entre la banda, la organización y el público presente, algo que, esperemos, sirva para que la formación vuelva pronto por estas tierras y a la citada asociación para que siga haciendo esa gran labor de difusión que hace dentro de esta ciudad, en la que la cultura sigue abandonada por sus gobernantes y son estos lugares lo último que nos queda y yo, personalmente, estoy muy agradecido por su labor y por noches como ésta.