Algo menos de ocho meses después de su paso por Moby Dick, la banda madrileña Canorea volvió a jugar en casa. El lugar elegido para la ocasión, el céntrico Café La Palma, en el que se concentraron cerca de un centenar de seguidores incondicionales… y alguna nueva incorporación.Con un ligero retraso dentro de lo razonable, Jerónimo (bajo) Javier (guitarra) Emilio (batería) y Víctor (voz y guitarra) salían al escenario de una sala que no había conseguido agotar entradas, pero en la que se había generado un ambiente inmejorable.

“Tijera y bisturí” fue el tema elegido para abrir el concierto, aunque curiosamente es el que cierra el álbum. Tema que sirvió a los seguidores habituales a entrar en calor y a los nuevos para hacerse una idea de lo que iban a presenciar.

Para el que no conozca el sonido de la banda, parecería el resultado de que Rubén Pozo y Hendrik Röver hubieran tenido un hijo y lo hubieran llevado a clases de música con Andrés Calamaro. Se trata de un sonido que retrotrae completamente al Madrid de los años 90, antes de la limitación de horarios, la ley antibotellón y de que Malasaña se llenase de gafas de pasta y panaderías de masa madre. Un rock and roll cuidado, elegante y con un evidente tinte canallesco que recuerda a noches interminables en el Dos de Mayo y amaneceres camino de ninguna parte.

Al tener un único LP publicado, el setlist no daba para demasiadas sorpresas. Fueron recorriendo cada uno de los diez cortes que componen “Propósito de enmienda”, dejando en evidencia que, por muy bien que suene su disco, se trata de una banda de directo, pues en vivo imprimen un carácter a los temas imposible de recoger en un estudio.

Tras “Bala perdida” y “Rozando la locura” ya no quedaba quieto ni el técnico de sonido, pues el público había entregado su voluntad a la voz y la guitarra de Víctor, que hacía bailar a los asistentes a capricho como si de un encantador de serpientes se tratara mientras el bajo y la batería gobernaban los latidos del centenar de corazones que se habían dado cita en la sala.

La sorpresa vino cuando al escenario subió Esther Berbería para cantar con la banda una muy sentida versión de “All right now” de The Free haciendo gala de una voz y una actitud que llenaban la sala por completo y una energía muy contagiosa.

Cualquiera podría pensar que después de aquello sería harto difícil mantener el nivel de intensidad, pero no sólo lo mantuvieron sino que incluso pudieron incrementarlo un punto más con la ayuda de Juanjo Montalvo, quien comparte escenarios con Víctor en la formación Melotocones y quien subió a cantar “Avenida del Poeta” justo antes de “Alejarme de aquí” y “A la sombra del Ciprés”, que darían por finalizada una actuación que ralló en lo brillante de principio a fin, que convenció y que de seguro sirvió para engrosar la lista de seguidores de la banda.

Quien se los perdiera, o quien quiera volver a verlos, podrá hacerlo en El Perro de la Parte de Atrás del Coche el 14 de diciembre junto a los sevillanos Coyote Zora.