Creo que Babymetal son el ejemplo de todo lo que está mal en el mundo del rock y metal. En un simple vistazo seguro que todos estos días hemos podido leer cosas que, a más de uno, nos han dado ganas de montar en cólera, y también arrancarnos los ojos para hacérselos tragar a ciertos parroquianos. Está muy bien que te guste lo que sea que te guste y detestes lo que sea que detestes, ¿pero que sentido tiene ir a ver un concierto, aunque sea acreditado, para pasarlo mal? Tiene el mismo sentido que dedicar una crónica de un show al que has decidido ir voluntariamente a poner verde al vecino. Dicho esto, me voy a meter en faena.

Colas que daban la vuelta al barrio, la vuelta sobre ellas mismas... Más de 40 minutos hasta que pude entrar en Vistalegre y sólo diez antes de Megara.

Si de Babymetal se dicen barbaridades, Megara, a nivel estatal, no se quedan atrás. Yo me voy a limitar a su actuación, que comenzó mal, no por ellos, sino porque Vistalegre tardó en apagar las luces que no eran las del escenario 20 minutos, es decir, la mitad del tiempo que pasaron actuando.

Si intento pasar por alto esto, que hacía que se perdiera mucho ambiente, francamente, no hicieron mal espectáculo ni mucho menos. Kenzy, su líder, siempre está animando al público a participar y sin parar pero sin resultar exagerada. El resto de los componentes más estáticos, pero sin que esto resulte malo, reforzando la posición de poder de Kenzy. Y por supuesto no sin olvidar a las bailarinas, apareciendo en varias canciones con diferentes indumentarias, ofreciendo un punto más a la descarga, aunque siendo completamente sincero, no tengo claro si tenía un sentido su presencia o no porque el sonido no fue precisamente el más nítido por lo que entender lo que estaban cantando fue una misión imposible.

La expectación por ver a Babymetal era gigantesca, como se podía ver con un público loquísimo ovacionando al staff que pasaba la mopa en el escenario como si fuera un integrante del grupo.

Intro con referencias a Star Wars y “Babymetal death” dio el pistoletazo de salida a un show apabullante que sólo dio un respiro entre canción y canción.

Desde luego su actuación fue todo lo que prometían sus videoclips, sólo que en este caso con un sonido que te envolvía. Su, Momo y Moa (no me apetece repetir "metal" constantemente) llevaron el show de manera sencillamente impresionante, cantando y haciendo los coros mientras realizaban coreografías, sin descanso, con miles de personas respondiendo al unísono, intentando, como mejor podían, bailar, a la par que cantaban, aplaudían o levantaban los abrazos.

Aunque claramente ellas fueron las protagonistas, cedieron unos momentos previos a “METAL!!” para que el resto de la banda tuviera también toda la atención sobre ellos, pero a pesar de esto no sería justo decir que sólo destacaron ahí, ya que si no fuera por ellos todas las piezas de este concierto no hubiesen encajado. Sin ir más lejos durante la pieza anterior a la mencionada, “Monochrome”, sólo a mi alrededor, vi fácilmente a diez personas llorando. Y eso no lo logra cualquiera.

Porque algo que me parece muy a tener en cuenta es el público tan ecléctico que pudieron reunir, a la par con las reacciones que provocaron sus canciones.

No suelo querer mencionar mucho el setlist porque todos sabemos dónde encontrarlo, pero esta es una ocasión especial ya que previo a los conciertos yo sí lo consulto, y cuando tocaron “Road of resistance” daba por hecho su final. Pero la normalidad no volvía a Vistalegre y para sorpresa de muchos remataron, como no habían hecho en otros momentos de la gira, con una impresionante “Ijime, Dame, Zettai”. Quizá porque esta era la fecha final del tour, quizá por tiempo, pero rara vez me encuentro cosas así.

Podría empezar ahora una disertación sobre geopolítica escribiendo sobre como Japón ha introducido sus productos en occidente, pero lo dejaré para cuando SKE48 toquen en el Bernabéu. En cualquier caso, me alegra mucho que un producto así tenga esta acogida por muchas razones. Espero que esto anime a más promotoras a traer formaciones japonesas, o que si vienen, no se queden sólo en festivales o Barcelona.