Dentro de la muy variada oferta musical en Madrid para el último fin de semana de 2023, optamos por asistir al concierto que los navarros Linaje ofrecían en la céntrica Sala Cadavra y que agotó entradas a los pocos días de haberse puesto a la venta.

Se trataba de un concierto que despertaba mucha expectación pues, si muchos ya habíamos podido ver en un escenario a su vocalista Aarón Romero durante la gira de Marea, pocos habían podido escuchar aún sus canciones puesto que, a día de hoy, todavía no han lanzado nada, aunque nos consta que no tardarán en pasar por el estudio.

Una hora antes de la apertura de puertas ya empezaba a formarse cola en la entrada a pesar del frío y la amenaza de lluvia. Empezaban a verse caras de satisfacción por lo que estaban a punto de presenciar, a verse sonrisas e incluso expresiones nerviosas.

Poco después de las 20:30 la sala empezó a llenarse y, tan pronto se completó, los cinco componentes de la banda fueron tomando uno a uno sus respectivas posiciones en el escenario para que, al grito de “buenas noches Madrid”, el concierto diera comienzo al ritmo de “Despertaron”, canción que constituye una verdadera carta de presentación del grupo.

Si algo destaca en el rock de Linaje son unos ritmos rápidos y frenéticos sostenidos en un bajo y una batería -a cargo de Alain García y Asier González respectivamente-  firmes, seguros e inalterables, como lo está un púgil que sabe que puede acabar con la contienda de un solo golpe; una guitarra rítmica -en las manos de Asier Cuiral- sencilla, a la par que efectiva, que acompaña a una guitarra solista -manejada por Aimar Goikoa- incisa y penetrante que parece apuñalarte con cada punteo y una desgarradora y visceral voz de quien es hijo y sobrino de cantantes de rock de primer nivel, pero en la que también se aprecian reminiscencias flamencas; y que canta unas letras escritas con el mimo y el cuidado de quien construye un barco dentro de una botella y la intensidad de quien vive su primer amor o experimenta su primera decepción.

Si bien la complicidad entre ellos es harto evidente, la conexión con su público no tardó en surgir más allá de la primera canción que sirvió a modo de calentamiento. Pero a partir de “Morena mía”, artistas y público fueron fundiéndose violentamente, produciéndose una reacción parecida a la del menthos y la cocacola.

Especialmente emotiva fue tanto la presentación como la ejecución de “Despertar”, canción que el vocalista de la banda ha escrito para su madre, quien se mostró visiblemente orgullosa cuando se la dedicó entre un sinfín de aplausos.

Hubo también un momento para reivindicar, desde una perspectiva más cultural que política, el uso y la preservación del euskera a través de su canción “Askatu”. Y cómo no, momento para recibir invitados en el escenario, concretamente a Unai Insausti (guitarrista de Bandoleros y Piratas) y a Txema Benítez (incombustible voz de Doxa) que se marcaron una fantástica versión del “Malas Noticias” de Los Suaves.

A partir de aquí, ya sólo quedaba encarar la recta final de la que resulta obligatorio reseñar que la unión entre artistas y público llegó a su punto álgido cuando Aarón se bajó del escenario cantando a pulmón, sin micro, perdiéndose entre la multitud y desatando una emoción contenida que quedaba patente en la mirada de los que allí estábamos.

Tras unos segundos para recomponerse, tocó pisar el acelerador a fondo para terminar el concierto por todo lo alto y despedirse entre ovaciones de un público que se resistía a aceptar que el concierto había terminado y que alargaba todo lo posible el momento de marcharse, poniendo de manifiesto que Linaje ha llegado a la escena para quedarse y que esto es sólo el principio.

Nosotros, desde luego, nos quedamos con ganas de verlos cuanto antes de nuevo y, por supuesto, de escuchar el disco que están a puntito de entrar a grabar.