La lluvia dejó paso a un día soleado como fueron los dos primeros, pero por circunstancias no hizo que llegara a la misma hora de siempre, sino bastante más tarde, teniéndome que perder a unos de los marcados a fuego: Dool, comenzando con tres conciertos en los Main: Nova Twins, Simple Plan y Blues Pills.
Nova Twins eran unas completas desconocidas para mí. Ni idea de lo que iban a ofrecer así que con la mente completamente abierta disfruté de su… Ehm… Mira, yo puedo poneros las etiquetas que incluye Wikipedia y quedarme tan a gusto, pero creo que lo mejor es que cada uno juzgue y diga lo que quiera sobre un sonido realmente peculiar. Lo que sí puedo calificar fue un show donde ellas se dejaron todo, sin parar, y haciendo que el público respondiera.
Nova Twins
La zona de los Main estaba a rebosar, caliente tras Nova Twins y Simple Plan aprovechó todo esto para tener una respuesta masiva a cada una de sus canciones. Escuché por ahí, y casualmente en perfecto español, que no eran un grupo que pegara en Hellfest. Discrepo con la fuerza de los mares y el ímpetu del viento. Siendo una banda que empezó a tocar a las 14:40, tuvo a decenas de miles de personas saltando, levantando los brazos, coreando todo, jugando con los balones de playa que soltaron… Ni de lejos eran cabezas pero tuvieron una asistencia y una reacción dignas de unos.
Y sin embargo con Blues Pills pasó lo contrario. Grandísima desbandada para la formación que sustituía a Heart. Si bien tenía muchísimas muchísimas ganas de ver a Heart, no iba a hacer ascos a Blues Pills, pero diría que el ver como la zona se vació (aún así habiendo fácilmente más de 10000 personas viéndoles) les afectó negativamente. La impresión que me dieron fue la de actuar en piloto automático, una canción tras otra sin más.
Blues Pills
Aunque mi intención era a ver a The Black Dahlia Murder, me convencieron para desviarme al concierto de Sierra en Valley, que al igual que con Nova Twins, no sabía de su existencia. Musicalmente se alejaba de todo lo anterior con una actuación en solitario con una batería electrónica y un instrumento/aparato del cual desconozco el nombre, con un sonido que me voy a atrever de calificar como synthwave, que voy a machacar, estoy seguro. Ahora bien, como show dejaba que desear. El hecho de estar a plena luz del día, impidiendo que cualquier juego de luces no se apreciara fue un punto negativo. La sensación de que absolutamente todo, todo, era disparado, más aún.
No quise perder la oportunidad de ver a ††† (Crosses), así que esperé pacientemente en el Valley. Vaya que si esperé. El proyecto de Chino Moreno y Shaun Lopez salió arrasando. Creo que para todos los presentes, era uno de los momentos más deseados, además de, al ser una banda paralela a sus principales, tener la duda de si habría una nueva oportunidad de volver a verla. Y esto se notó especialmente porque durante la interpretación de “Ghost Ride”, la tercera canción, el sonido se vino abajo. Terminaron y se fueron del escenario. ¡Hasta 40 minutos para que volvieran a salir! Y claro que hubo gente que se fue, pero en líneas generales se aguantó, y aunque sólo cayeron cuatro canciones más, alargando la hora prevista de fin, mereció y mucho la pena. Además Chino decidió venirse más arriba de lo normal, bajando del escenario y cantando subido a las vallas antiavalanchas.
Ambiente
La intención era ir a ver a Tiamat al Temple, pero con el retraso de ††† (Crosses), decidí aprovechar lo vacío que estaba Altar para coger un buen sitio para ver a I Am Morbid. Nunca había podido ver a Morbid Angel, ni a David Vincent en otros proyectos y me pareció una oportunidad fantástica. Creo que elegí correctamente porque lo disfruté como un niño. La banda funciona sobre las tablas como un reloj, ofreciendo una descarga a la altura de lo que uno espera, con un derroche de clase, de saber animar al público y hacerlo participe.
Y como no podía ser de otra manera, cerré en el Temple con una banda que no se prodiga mucho por España: Dimmu Borgir. Simplemente fantásticos. El cansancio no parecía hacer mella a ninguno de los que ahí estábamos, teniendo en cuenta que eran una de las formaciones que cerraban Hellfest. Hubo saltos, manos arriba y mucho crowdsurfing en una carpa que rebosaba fuerza y calor, en parte esto último por el fuego del escenario.
Y una edición más llegó a su fin. A unos les gustara mi elección de bandas, a otros no, a la mayoría les dará igual. Otros dirán que debería haber visto más o menos. Yo qué sé. Lo que sí sé es que un festival siempre es algo más que una sucesión de conciertos. Es una ocasión de ampliar miras, y no sólo en lo musical. Caemos en tópicos sobre otras naciones de manera constante, a la vez que los asignamos a los de otras regiones de nuestro país. Yo canté, salté, hablé y me abracé, con personas de más de una decena de naciones, hermanados por lo que nos gusta. Me sentí como en casa.