Cita obligada en la capital zamorana de una nueva y ambiciosa edición de un Z! Live que ya está más que consagrado dentro de la escena festivalera estatal. Tras un breve paso para las acreditaciones, nos adentramos en el recinto de Ifeza, con la misma distribución que la edición anterior en su parte exterior y, como novedad, el espacio del merchán de las bandas y festival dentro del pabellón, junto con una barra especial de combinados y cervezas artesanas.

Misma distribución de escenarios y misma estricta puntualidad a la hora de dar comienzo los conciertos, algo destacable durante toda la tarde/noche, con After Lapse como encargados de abrir este Zlive 2025, ofreciéndonos su particular, y perfectamente ejecutada, versión progresiva del metal, muy acorde con una de las bandas grandes de la jornada, algo que les llevó a recibir una gran ovación tras terminar su descarga.

Cambio al Copper Stage, y turno para Vola, que ya juntó una buena cantidad de acérrimos al estilo, a pesar de un sol de justicia que nos castigó durante todo el bolo de los nórdicos. Los pupilos de Asger Mygind nos ofrecieron un concierto sobrio, destacando la peculiar forma de tocar de su batería, Adam Janzi, y la disposición de tres teclados en el escenario. Venían con la vitola de ser una de las grandes promesas del progresivo europeo, y con la ovación que se llevaron al término, para sorpresa de algunos escépticos, salieron más que triunfadores. Gran banda y gran futuro para los daneses.

Vuelta al Silver Stage para ver a unos festivos Kissin’ Dynamite comandados por su vocalista Johannes Braun, haciendo sus guiños con el castellano y levantando las palmas de los presentes con temas como “I’ve Got the Fire”. Bandas como la alemana transmiten buen rollo, alegría, indispensables para cualquier festival, como indispensables son los distintos estilos tan opuestos, marca de la casa ya en el Zlive, y que tanto fruto les está dando.

En este caso, pasamos del Hard N’ Heavy al metal extremo de Nile. Los de Carolina del Norte nos demostraron el porqué son una leyenda dentro del Death Metal, potencia y velocidad a cargo de las huestes de Karl Sanders, custodiados de fondo por el griego George Kollias, que nos demostró que la fama por su técnica a la hora de tocar y su extrema rapidez se la tiene ganada a pulso. Vaya bestia. “Sacrifice Unto Sebek” o “Kafir” hicieron las delicias entre los más fieles, confirmando la gran banda que son y la reputación que les precede.

De leyenda a leyenda, esta vez turno para el Thrash Metal de Exodus, zapatilla de la buena repasando ya clásicos de una banda veterana en tiempo, pero con cuerda para rato, visto lo visto sobre el escenario del Z. “Brain Dead” o “Blacklist” dieron buena cuenta de ello, con un Rob Dukes que, tras su vuelta al redil, se mantiene en plena forma, sin desmerecer al resto de la banda, que rebosa vitalidad por los cuatro costados. Cómo no dejar de nombrar a un Gary Holt que nos regaló un trocito del “Raining Blood” de su otra banda, unos tal Slayer. “Strike of the Beast” puso fin a una gran actuación de los de San Francisco y a una buena nube de polvo que generaron los varios Wall of Death para disfrute de los allí convocados.

Turno de Meshuggah, uno de los momentos cumbre de la jornada, vista la cantidad de camisetas de la banda sueca que poblaban el recinto. Una potente puesta en escena, junto a unas luces más que llamativas que fueron brillando más con la caída de la noche, custodiados en todo momento por un gran sonido, hicieron temblar el suelo del Ifeza. “Broken Cog” o “Combustion” derrocharon intensidad y contundencia a partes iguales para regocijo de sus fieles, y es que los nórdicos, gustos aparte, forman una maquinaria tan precisa técnicamente como contundente, reflejada en cortes como “Born in Dissonance”, “Bleed” y “Demiurge”, que dieron cierre a una descarga brutal en todos los sentidos por parte de Jens Kidman y los suyos, refrendando su estatus dentro del metal extremo.

Momento para el cabeza de cartel de la jornada, Dream Theater con Mike Portnoy tras la batería, y con el añadido de venir con nuevo disco bajo el brazo, Parasomnia. Ríos de tinta genera la banda estadounidense, para bien y para mal. Sí, James LaBrie ya no es el que era, pero en esta noche zamorana supo dosificarse y dar el tipo, y es que son pocos los fieles que se imaginan a los neoyorquinos sin LaBrie al frente. Aceptando esto, y que todos cumplimos años, el concierto se puede catalogar como más que notable. Y es que no vamos a descubrir ahora que Dream Theater son la perfección trasladada a la música; a eso le añades la vuelta del hijo pródigo, que les da un plus de espectacularidad tras su enorme kit de batería.

Temas a destacar: “Panic Attack”, “Under a Glass Moon” o “The Dark Eternal Night”, con un John Petrucci enorme; “Peruvian Skies”, incluyendo dos fragmentos de Pink Floyd (“Wish You Were Here”) y de Metallica (“Wherever I May Roam”), que hicieron las delicias de los allí presentes, para rematar la faena con el clásico “Pull Me Under”. Gran concierto, sin lugar a dudas, de una banda que, por los motivos que sean, parece que tiene que estar demostrando en cada momento que, si no son los mejores músicos del planeta metalero, poco les falta. En la jornada de hoy, lo demostraron.

Noche cerrada, la oscuridad envuelve el Copper Stage con el Black Metal de los griegos Rotting Christ. 35 Years of Evil Existence, rezaba su fondo de escenario; 35 años donde los hermanos Tolis hacen un repaso a su extensa carrera discográfica, respaldados por su último trabajo editado en directo de mismo nombre. Personalmente, los conocí a principios de siglo, les perdí la pista unos años, pero con sus recientes trabajos me he vuelto a enganchar a Sakis Tolis y los suyos, por lo que disfruté de canciones como “666”, “Like Father, Like Son” o “Fire God and Fear”. Así que no puedo ser nada imparcial con la descarga del combo griego, mi momento del día y con ganas de volver a verlos.

Cierre de la jornada para Vita Imana. Los madrileños vienen celebrando su 20 aniversario y no fueron pocos los que se quedaron para comprobar su derroche de caña y potencia. Con Mero Mero al frente y una enérgica Míriam Baz a las percusiones, nos ofrecieron lo que se espera de ellos y siempre dan: solvencia y contundencia a partes iguales. Broche perfecto para el cierre de una jornada donde los sonidos contundentes y ejecuciones grandilocuentes fueron protagonistas.