Desde que salto la noticia que anunciaba el regreso a los escenarios de Roxette me inundaron una mezcla de sentimientos de los que muchos, la gran mayoría, no eran nada buenos. Y esos miedos se acrecentaron al conocer las fechas de la gira que les traerían de nuevo a nuestro país, algo que se desbordo al acércame a Las Noches del Botánico en el coche sabiendo que iba a disfrutar del cincuenta por cierto de una banda a la que tengo mucho cariño, gran respeto, y bastante admiración.

Sabía que aquello iba a ser cuestión de minutos, o haría el trabajo grafico de las tres primeras canciones y saldría de allí invadido por la pena, o mis miedos se esfumarían y todo transcurriría con la normalidad que se puede tener ante un dúo en el cual faltaba la imponente imagen, y voz, de un ángel llamado Marie Fredriksson, Estaba claro que no iba a haber punto medio, era imposible mantenerse tibio ante lo que venía, al menos si tienes un mínimo de sentimientos. Y…pues que me quede hasta el final, todo esto más allá de que la voz de Lena Philipsson comenzara algo “tímida” y fallona.

El “no hay entradas” que informaban las redes del festival eran una declaración de intenciones de que no había ningún reproche, nada que objetar a que Lena se pusiera en los tacones de la gran Marie, y es que, tuve la impresión de que para nada se trataba de que fuera un “ocupar el puesto”, tanto por el respeto de la audiencia como de ella misma, respetando el sonido original pero dándole su toque, aquello fue un “hacerse cargo de las voces”, y eso, aunque en un principio pueda sonar a nimiedad, es muy importante si lo que quieres es evitar comparaciones en un grupo tan importante y con una trayectoria como la de Roxette.

Lena empezó a sentirse realmente cómoda con un tema del que es auto proclamado como el disco favorito por parte de Per Gessler, un “Crash! Boom! Bang!” que arranco un, ahora sí, esto marcha, potencia, ternura y la elegancia habitual en Roxette. La voz de Lena encaja perfectamente en las tonalidades lentas y clásicas como “Fading Like a Flower” o “It Must Have Been Love”, que por cierto fue el tema que Per y Lena dedicaron a la añorada, y tristemente desaparecida, Marie, pero también en los temas más rockeros como “How Do You Do”, “Dangeorus” o “Joyride” que sonaron realmente espectaculares, como suele ser la tónica general de Las Noches Del Botanico.

Cuando una banda está a gusto en un escenario se nota, y mucho, y este era el caso, todo eran bromas y sonrisas, las presentaciones de los miembros de la banda por parte de Per estaban repletas de cariño, desde el “new kids on the block” (el nuevo chico del bloque) a la batería por ser el nuevo, a los “tras los primeros 15 años en la banda y el descanso de los 15 siguientes, tenemos de vuelta a las guitarras a Jonas”, y es que todo iba rodado. Tan rodado como para que Christoffer Lundquist se lanzara a tocar “Paquito El Chocolatero” con su guitarra para animar al respetable.

Si quieres más pruebas, el set list de la banda incluía un cierre que tenia un “MAYBE” (quizás) escrito al final, pues bien, ese “quizás” fue un “claro que sí”, porque de allí no quería irse nadie a pesar de que ya había sonado el cierre de “The Look”, cuando quieres más quieres más, y si todos están de acuerdo, no hay quien pare la fiesta. No tenía nada claro si asistir o no a ver a Roxette pero ahora, a toro pasado, no me arrepiento en absoluto de haber dejado mis miedos y mis prejuicios a un lado para disfrutar de una banda a la que adoro, y al mismo tiempo, rendir el homenaje que se merecía a la inolvidable Marie Fredriksson, descansa en paz.

PD: Una vez más. A la atención de los payasos/payasas que no se callan en todo el concierto, nos importa una mierda tu triste vida, si quieres darle la brasa a tu amiguito/amiguita, os vais al bar de la calle, pero dejar de tocar los huevos a los que van a disfrutar de un concierto, y lo que es más importante, dejar de faltar al respeto a los músicos que están sobre el escenario. Sois un estorbo, cada vez es más difícil no perder la paciencia con vosotros, sois un jodido grano en el culo, ¡reguetoneros!