Seguimos con la lista de clásicos del que esta plagado el cartel de Las Noches del Botánico en esta edición, esta vez llegaba el momento de Kool & The Gang, o tristemente, lo que aun queda de la mítica banda de Jersey. Y es que el protagonismo sobre el papel recae únicamente sobre Robert “Kool” Bell, bajista y fundado del grupo allá por 1964. En cualquier caso, con tan solo ver el nombre en el poster ya se hace irresistible el deseo de acudir a disfrutar de unos temas inmortales.
La ocasión nos ofrecía cartel doble, para abrir la velada The Philharmonik, o lo que es lo mismo, la banda de Christian Gate, un joven treintañero americano que inmóvil detrás de su teclado consiguió meter en ambiente a un madurito publico expectante ante la llegada de los clásicos posteriores. No era el mejor publico para darse a conocer, pero la música de Christian tampoco es la que puedes escuchar en las radios nacionales con lo que la oportunidad la pintaban “de afro” y con corbata anudada a la frente. The Phiharmonik convenció y cumplió con el cometido, entretuvo bastante e hizo que los que habían decidido abandonar el maravilloso ambiente alrededor del recinto musical empezaran a sudar, y eso que no fue, ni de lejos, la noche mas calurosa de lo que llevamos de mes.
The Philharmonik
La salida a escena de Robert se hizo esperar, y es que primero tenían que presentarse en sociedad esa los acompañantes del “predicador”. Un Robert “Kool” que piso el escenario con un “aquí estoy yo” en sermón y en aspecto, brillantinas setenteras por todo su traje, que tenia mas luces que el de un torero. Y es que así es el, sabe que todos los focos van a ir en su dirección y no solo no lo rehúye si no que lo acrecienta y lo solicita sin ningún reparo, eso sí, con toda la educación y maestría que permite que todos y cada uno de los miembros de la banda tenga un marcado protagonismo durante el show.
Kool & The Gang
Un espectáculo que comenzó con Robert algo más “tapado” al fondo y dejando la voz cantante, nunca mejor dicho, tanto a su vocalista principal como a unos coristas vocalmente prefectos e inmensos. Pero no solo eran ellos, la sección de metal sonó brutal, las guitarras muy rockeras sin que en ningún momento perdieran la esencia y el alma del Funky y el Soul, los teclados perfectamente apreciables y en su sitio, y la percusión rotunda, vamos, que el sonido era impecable y cristalino, ni el mas purista puede sacar una pega. Y si ya practicante al arrancar sueltas “Fresh” o “Too Hot” o “Joanna” pues ya no hay quien pare esto.
Curiosamente la prensa grafica no entro hasta mediado el concierto pero, todo su explicación, el protagonista se hace enorme y se convierte en el maestro de ceremonias dirigiéndose a sus fieles a golpe de bajo, cerca de veinte minutos en los que “Kool” saca todo su repertorio de movimientos, muecas, sonrisas y complicidad para salir guapo en las fotos mientras aquello se viene abajo a ritmo de “Funky Stuff”, “Jugle Boogie” y “Hollywood Swinging”, maestría y reparto de protagonismo con los metales repicando a misa a unos feligreses que ya estaban completamente en éxtasis ante lo que están viendo sus ojos.
Kool & The Gang
Pero fue la parte final del show en la que sonaron esos clásicos inmortales con los que Kool and The Gang se han convertido en autenticas leyendas, con los dedos de las manos se pueden contar bandas capaces de cerrar sus conciertos con un póker de himnos como “Cherish”, con el atrevimiento de entonar algunas estrofas en español, “Let´s Do Dancing”, “Ladies Night”, “Get Down On It” y “Celebration”, no te pido que me lo superes, iguálamelo. Y es que los clásicos lo son por algo, una noche mas una banda legendaria nos dio una autentica lección inolvidable de lo que significa y lo que es el poder de la música. Llámalo Soul, llámalo Rock, llámalo Funky, llámalo Jazz, me da absolutamente igual la etiqueta que le pongas, para mi simplemente es gloria bendita.