Volvió el verano a Madrid y, con él, una nueva edición de Las Lunas del Egaleo; certamen que todos los años hace un esfuerzo considerable por ofrecer de manera gratuita a los vecinos de Leganés, y a todo aquel que quiera acercarse, una programación de música en directo de la más alta calidad con la que hacer más soportables las noches de verano.
Dentro de este ciclo, el pasado cinco de julio pudimos disfrutar de la actuación de los pacenses Sínkope, quienes venían de triunfar en el Barcelona Rock Fest, y anteriormente en el Vintoro; aunque podríamos atrevernos a asegurar que esta banda viene contando sus combates por victorias desde que echaron a rodar la gira de presentación de su último trabajo Creer y Luchar, publicado en noviembre de 2024.
Resulta importante reseñar que, si bien en las fotos y videos que han compartido los asistentes estos días pueden apreciarse algunos espacios vacíos en la grada, esto no obedece a una cuestión de falta de interés en el evento, sino a la forma en que las invitaciones al mismo fueron adjudicadas, pues éstas se reservaban de manera gratuita a través de internet y hubo quien hizo acopio de entradas que luego no utilizó, dejando además a otros espectadores y espectadoras sin la posibilidad de asistir.
Sínkope
“Esquinas” -primer corte del nuevo disco- fue la canción elegida para abrir un concierto que suponía el reencuentro de los extremeños con su público madrileño después de más de un año de ausencia. Y en esta primera canción ya se aprecia tanto el hecho de que la capacidad compositiva de Vito sigue intacta a pesar (o a consecuencia) de todos los años que lleva escribiendo canciones; como el carácter que imprime la guitarra de Diego, quien lleva algo más de tres años en la banda, pero aún no había entrado al estudio con ellos.
Durante estos primeros compases, muchos de los asistentes abandonaron sus asientos para ocupar el espacio comprendido entre el foso y la primera fila de asientos que, a diferencia de otros años, había sido habilitado para que quien así lo desease pudiera ver el espectáculo de pie y bailar a capricho.
Sínkope
Continuamos con “No se dijeron ni mu”, que junto con “Y me puse a hablar contigo” y “Elegantemente desnuda” completaba (de forma intercalada) el bloque de canciones nuevas que sirvieron para examinar al público y comprobar si habían estudiado lo suficiente; público que superó la prueba con una calificación excelente.
Y ya que el set list incorporaba canciones nuevas ¿por qué no aprovechar también a recuperar alguna más antigua que no se tocase últimamente? Deseo concedido, pues por primera vez en mucho tiempo pudimos disfrutar en directo de “A mi aire”, del álbum Flojo de Atropina (1995) que hizo las delicias de los seguidores de más larga trayectoria.
El resto del repertorio estuvo compuesto por canciones que han demostrado sobradamente funcionar de maravilla en directo, como ese precioso canto a la diversidad sexual que es “La alegre tristeza”, la declaración de amor a la tierra que supone “Por pensar le dio al hombre” o el grito contra la violencia machista expresado en “Matar se me olvida”.
Sínkope
Por desgracia no pudimos disfrutar del show tal y como estaba previsto, pues hacia el último tercio empezaron a aparecer algunos problemas con el sonido que, a pesar del gran esfuerzo de los técnicos, no consiguieron ser solventados del todo. El lado bueno es que tuvimos la oportunidad de escuchar recitar unos versos a Vito mientras su equipo lidiaba con la avería.
Finalmente, el concierto se cerró con una siempre emocionante interpretación de “Le voy a cobrar a tus labios tus miradas”, cantada por supuesto a coro con la fidelísima legión de sinkoperos que acompaña a la formación a lo largo y ancho de la península y que con cada concierto engorda aún más sus filas; “Cuando no te pones falda” y, como no podía ser de otra forma, “En tarros de miel”, que puso punto final a un concierto que rozó la perfección y que supuso sin duda una experiencia difícil de olvidar para todos y cada uno de los presentes. Prueba inequívoca de ello fue la resistencia de muchos a abandonar el recinto una vez acabado un concierto en el que la banda demostró gozar de una salud excelente y una energía del todo contagiosa.