Se nos presentaba una agradable noche de verano tardío, la noche nos dio un respiro en cuanto a la temperatura acontecida durante la tarde. Úbeda nos recibió majestuosa, como solo ella sabe que lo es, como un hervidero de bombines que colapsaban las calles aledañas al concierto. Todas las localidades vendidas, un aforo de 10.000 personas preconizaban una gran noche.

En el ambiente un sentimiento nostálgico e invisible que empapaba a toda alma presente, inconscientes sabedores que quizá sería la última vez que veríamos al maestro Sabina sobre un escenario. Aunque no fuese el último concierto de la gira “Hola y Adiós”, nos conocíamos de buena pluma que sí, que estábamos asistiendo a un adiós sin retorno, pero es más, era un adiós muy especial. Un adiós definitivo sobre un escenario ubetense, con todo lo que eso conlleva, sin duda un adiós muy emotivo rodeado de su familia, amigos y paisanos.

Arrancamos el concierto en la oscuridad del foso con los acordes tristes de “el ultimo vals”, situándonos a todos en un marco de tristeza sobresaliente y amargura consensuada por el juez interno que todos tenemos…, Sabina nos repasa las mentiras verdaderas que todos sentimos, “lo niego todo”, “mentiras piadosas”, “ahora que” o “calle melancolía”, la cual dedico a sus hermanos Paco y Mari Carmen además de la legión de primos que tuvo en primera fila arropándolo.

Incluso tuvo a bien dedicar “el hombre del traje gris” a la alcaldesa de Úbeda deseándole “ que no te roben el mes de abril”

No fue una actuación al uso, hubo mucho apoyo de la banda en ciertos momentos, resaltando la enérgica voz de Mara Barros, el R´n´R  que lleva en las venas Jaime Asua y sin olvidarnos de un gran virtuoso como es Antonio García de Diego que impecablemente que se coronó como maestro de orquesta.

Las ovaciones tampoco faltaron, ruidosas, respetuosas y alargadas en el tiempo desde el corazón, y como respuesta de un hijo prodigo, las lágrimas contenidas de un artista que vuelve a su tierra solo para despedirse.

“donde habita el olvido” y “una canción para la magdalena” fueron de los temas más celebrados y emotivos a la vez. En ningún momento el público dejo de corear las canciones, aunque se hiciese un pequeño parón para volver con los bises, ya que el público estaba más que entregado entre aplausos y gritos de cariño fraternal.

Acto siguiente D. Joaquín se despidió de su gente con “la canción más hermosa del mundo”, “tan joven y tan viejo”, “contigo” y “princesa”.

Como colofón sonó la canción de los buenos borrachos, recordándonos así que la vida sigue como las cosas que no tienen mucho sentido, pero eso sí, Usted Joaquín nunca habitará en nuestro olvido.