Lo que vivimos las aproximadamente 15.000 personas que nos reunimos en el B.E.C. difícilmente lo olvidaremos el resto de nuestras vidas. A cargo de los alemanes Rammstein hemos sido testigos por espacio de una hora y cuarenta minutos del sueño de contemplar un espectáculo visual y sonoro que rozo la perfección. Días antes del evento ya empezamos a imaginar y hacer cábalas de cómo sería ¿Ofrecerían un novedoso espectáculo o sería muy parecido al de su anterior gira? Lo que si teníamos claro, evidentemente, es que iba a ser un show memorable, como lo han sido siempre en sus anteriores visitas a nuestro país, pero lo que no esperábamos era la grandeza que Till Lindemann y sus compañeros nos tenían preparada, uno de los mejores espectáculos jamás vistos. Lo que quizás fuera imperdonable es que se dejaran en el tintero viejos clásicos, como fue el caso de “Amerika”, “Ronserot”, “Du Riechst So Gut” o “Mein Teil”, pero es una decisión tomada que debemos respetar, la banda apuesta por los cortes de su reciente trabajo “Liebe Ist Für Alle Da”, cosa que creo que es de alabar, ya que muy pocos grupos se decantan por ese planteamiento, la gran mayoría juegan con la sencilla baza de complacer a sus seguidores con los temas de siempre, interpretando pocas composiciones nuevas, las justas, haciéndonos entender que el lanzamiento de un nuevo material es algo bastante insignificante para ellos, como una excusa para continuar ofreciendo conciertos por todo el mundo. Rammstein son una de esas bandas que siempre provoca conmoción y apasionadas reacciones por parte de sus seguidores, allí donde aterrizan. Su nueva visita a Euskadi refrenda lo que os acabo de comentar, largas colas, tanto en su firma de discos en la tienda Fnac de Bilbao, en la que los músicos correspondieron afablemente a todos los que se dieron a la cita en un tiempo record, 1500 firmas en menos de una hora y media, así como a la entrada del B.E.C., donde la larga cola llegaba hasta la salida del metro. |
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Hemos de señalar que casi ningún grupo con anterioridad, exceptuando AC/DC, había generado tanta expectación en Euskadi y una lucha titánica por conseguir un sitio en las primeras filas y asientos con mejor visibilidad del pabellón. Sin duda alguna, su fama y reputación mundial se debe principalmente, a su contundente propuesta, un metal de baile o industrial, original se mire por donde se mire y atrevido, habiéndose osado a fusionar el metal con la electrónica de una forma imaginativa, ritmos de batería simplones y repetitivos y guitarras contundentes, junto a sonidos industriales, compases techno y estruendos de sintetizadores. No nos olvidemos de la polémica que han suscitado por algunas de sus provocadoras letras, que no dejan títere con cabeza. A ésto le tenemos también que añadir que sus directos son demoledores e impactantes por el uso de parafernalia, pirotecnia, llamaradas, cañonazos y ciertos matices cómicos por parte de su teclista Flake Lorenz, una persona de lo mas extrovertida, que sabe como encandilar al público con sus horrendos bailes, pero eso si, elaborados y ejecutados con gracia y salero. La noche se desarrollo sin problemas técnicos, todo fue según lo planificado, no sucediendo ningún tipo de altercado señalable. La fiesta debía arrancar con una ceremonia digna, una formación que calentase un poco el ambiente y que en cierto modo fuera afín y no desentonará mucho, con las sonoridades del grupo estrella de la noche. Tal privilegio recaía en los noruegos Combichrist, que salieron furiosos a comerse a un público que incluso puso mucho de su parte para que se llevarán un lindo recuerdo de Barakaldo. |
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El frotman del grupo salió especialmente motivado, y no paró de moverse y de animar a las numerosas personas que allí se daban a la cita. Sus canciones iban combinando acertadamente música techno con sonidos industriales, en un principio dicha mezcla resultaba una pizca de extravagancia y bastante chocante por no darse muy habitualmente, pero con el paso de los minutos esa sensación generalizada iba mermando, hasta conseguir exitosamente con absoluta laboriosidad cautivar el alma de gran sector del público, que acabo ovacionando el esfuerzo de sus integrantes. Lo que más me llamó la atención es el gran potencial que llevan en directo, aparte de un espléndido teclista, dos baterístas, uno más percusionista que el otro, quienes nos obsequiaron una suculenta demostración de poderio y sincronización, por momentos daba la sensación de que estaban enfrentados en un duelo, en mismas condiciones. Tal era la fuerza de pegada de uno de ellos, en su afán de impresionar, que sufrió lo indeseable por mantener toda su batería sobre la tarima, en un par de ocasiones tuvo que salir su técnico a colocarle uno de los bombos en su sitio. Tanto ímpetu concluyó con el lanzamiento de todo su equipo por los suelos. Los minutos de cambio de backline fueron un continuo devenir de gente, que buscaban incesantemente un hueco en la parte baja y media de la grada, algunos le echaban morro y se quedaban de pies en los pasillos de acesso pero rápidamente aparecía una de las acomodadoras a poner orden y a explicar que había que dejar libre esas zonas, por si acaso ocurría alguna desgracia, como el caso de un incendio o algún desmayo de alguien. Tras varios ruegos conseguían que esas personas se fueran en busca de otro sitio, a un lugar donde nadie les recriminase. A escasos minutos de la hora establecida de comienzo, arrancó lo que todo el mundo esperaba impacientemente, la ceremonia de la provocación de los maestros del género industrial, cuya gira había empezado días antes en Lisboa, con el cartel de tickets agotados, tal como sucedió en su gira española, y que durará tres años como máximo, recorriendo el planeta de cabo a rabo. |
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El escenario estaba totalmente a oscuras cuando de repente sonaron los primeros acordes de “Rammlied”, el tema que abre el nuevo disco y en el que los integrantes nos sorprendieron apareciendo en escena de una manera deslumbrante, agujereando un muro, con unas hachas y un soplete, éste último a cargo de Till Lindemann , ataviado con una vestimenta de lo mas impactante, un delantal de carnicero rojo, a juego con unos flecos que le salían del cuello y portando una bola blanca fosforita en la boca, no dificultándole para nada a la hora de cantar dicho tema, en un claro recordatorio y conmemoración de la caída del muro de Berlín, hace 20 años. Tampoco se quedaba atrás su compañero Flake cuya vestimenta parecía sacada de una película de ciencia ficción, un traje lleno de lentejuelas que le daba unos aires de grandeza y protagonismo absoluto de la noche, que lució orgulloso, caminando sobre una cinta transportadora, a la vez que dejaba sus destellos de clase con las teclas. ¡Menuda paliza! Sin mediar palabra alguna continuaron con otros dos cortes aún bastante desconocidos por gran mayoría del público, “B*******” y “Waidmanns”, en esta última el fuego se adueño por primera vez del escenario, y no sería la última vez. La escenografía iba cambiando según los requerimientos o temática de la canción, unas luces propicias para los temas más sosegados o humo y llamas para los himnos más brutales y cañeros. “Keine Lust”, otro pedazo de tema que logró mantener la euforia bien arriba, con Till ejerciendo como eje conductor con el fin de que el resto de compañeros lo dieran todo y se explayarán ofreciéndonos el mejor industrial de todos los tiempos. |
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La primera revisión al disco "Mutter" se llevo a cabo con "Feuer Frei", un primer golpe maestro que volvió loco al personal y que la banda atacó de una manera bestial, con antorchas de fuego sobre sus bocas. Posteriormente sonaron otros dos de tal magistral obra, “Links 234” y “Sonne”, obteniendo un resultado similar. El concierto hasta ese momento había sido mágico e impecable pero aún faltaban por llegar los grandes momentos, como el baile por parte de Flake en “Weisses Fleisch”, la aparición de unos bebes de plástico pendidos del techo en “Wiener Blue”, con una introducción majestuosa Till dando vueltas a una manivela de un gramófono, mientras una luz de una lámpara daba el ambiente propicio, pero lo más asombroso se vivió en la mitad de “Ich Tu Dir Weh” y después de otro bailecito de Flake, que saco la sonrisa de muchos y una pelea con su compañero Till, quien se enfada con él y lo mete dentro de una bañera para elevarse por encima de ella a traves de una plataforma con un cántaro de leche en la mano y derramar sin piedad una increíble cantidad de chispas sobre él, que ninguno de los allí presentes esperábamos. Con la temperatura en todo lo alto la banda quiso tomarse su respiro con una balada “Fruhling In París”, rompiendo un poco la tónica predominante y en la que muchos aprovecharon para ir al baño o ir a por algo de bebida para refrescarse y afrontar la recta final con aún mayor ganas. |
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“Benzin” fue cautivante, los ritmos demenciales, ahora lentos, ahora a toda velocidad no pasaban desapercibidos, mostraba a una banda poderosa exhibiendo una volcánica demostración de furia y poderío y en la que un especialista era prendido fuego con la manguera de un surtidor de gasolina, las llamas parecían que iban acabar con él pero en ese mismo instante apareció un técnico para socorrerlo, apagando las llamas con un extintor. Hay que tener huevos para aguantar eso. Aún no hemos hablado de la importante labor de sus dos guitarristas Richard Kruspe y Paul Landers que a pesar de no hacer mucho alardes de virtuosismo, tienen una técnica sorprendente, ejecutando riffs de guitarra infernales y con una estupenda compenetración. A estas alturas ya nos dábamos por bien servidos con lo disfrutado, pero quedaba mucho más y de que manera, porque con “Links 234” y “Du Hast”, aquello adquirió tintes de grandeza, los músicos estaban desatados arriba del escenario y el personal enloquecía, botando y coreando los estribillos, era verdaderamente un infierno. Además el fuego se adueñaba nuevamente del escenario en “Du Hast”, después de producirse una explosión en la torreta situada en la mesa de sonido. En un principio nos pensábamos que el cohete que prendía esa mecha se había salido de su dirección y que iba a estallar delante de nuestras narices pero todo estaba planificado con sutileza y con plenas garantías para que acabase donde debía acabar. |
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Ya desbocados arremeten con el reciente single “Pussy”, cuyo videoclip ha sido censurado en varios países por contener imágenes pornográficas y en el que uno sinceramente esperaba un espectáculo porno, con tías en pelotas, siendo finalmente una parafernalia bastante deslucida, un cañon echando espuma, como si de una polla gigantesca se tratase, acompañado de una lluvia de confeti, un final momentáneo para encarar la dos tandas de bises. Tras una ovación de gala “oe,oe,oe”, vuelta al ruedo para interpretar primero “Sonne”, otra descarga monumental de adrenalina, que dejo paso a “Haifisch”, otra joya de su nuevo disco y “Ich Will” que hace hervir nuevamente la sangre de un público ya rendido de tanta violencia sonora, en la que Till nos regaló su habitual rabia, pegándose puñetazos en su pierna con mucha dureza. Aún restaba por llegar el pleno éxtasis con la segunda tanda de bises, “Seeman” en la que el teclista Flake se quedó con toda la parroquia al atreverse a navegar entre el público con una lancha inflable, en la que le llovió camisetas por parte de ciertos seguidores y “Engel” en la que para migusto faltó algo de espectáculo visual, ya que era la última canción y siempre se debe cerrar los shows con algo deslumbrante, que uno recuerde de por vida. En conclusión, un show que no hubiese querido perderme por nada en el mundo, y que espero pueda volver a repetir en un futuro no muy lejano. |
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