COLABORACIONES
 Crónica
 
La Cabra Mecánica + Fito y Fitipaldis
  05/11/2010     
     Antonio J. Pérez
  Pabellón Municipal de Deportes, Córdoba, Córdoba
www.insonoro.com

Las hojas caen, se sueltan de las ramas dibujando un invisible eslalon sobre el aire frio. Amarillas de pena pero orgullosas de haber mamado sabia de unas raíces que se clavan en  la misma tierra que acunó las tres culturas.  Alfombran y gritan a cada paso sobre la piel de asfalto como escamas de una inmensa serpiente que culebrea entre la historia, dejando como rastro calles repletas de patrimonio humano.

A Córdoba no llega la noche, es el sol que se queda para dar  su luz a arcos de herradura, pequeños puentes entre lo real y lo imaginario. Para barnizar con su brillo las viejas piedras que engalanadas con su vestido nocturno de oro deslumbran al visitante y lo embaucan mostrando tangible un mundo imaginario donde todo puede pasar y de hecho pasa. Aparte de hojas secas y de piedras compañeras del tiempo, trae también el otoño,  música a la reina de Al-Ándalus. 

Me abrocho la chaqueta,  ajusto el ala del sombrero y voy dejando a mis espaldas poco a poco esquinas y rincones para caer en el vociferio del siglo XXI, tan mecánico y gris en comparación. El frio se fue olvidando cuando el espacio vital se fue quedando pequeño y la cerveza iba  rellenando los pequeños huecos que el estomago reserva para las noches especiales.  El pabellón Vista Alegre se llena mucho más en su segundo uso que en su principal actividad deportiva. A las ocho de la tarde aun se podía encontrar un buen sitio, salvando las tres primeras filas repletas de incondicionales.

  
Ambiente
 

Puntuales como un  rancio Lord inglés,  a las ocho treinta, el Lichis y el resto de su Cabra Mecánica ocuparon el escenario.  Si la memoria no me falla,  ya son quince años España  pa’rriba  España  pa’bajo desde el castizo Vallecas. Salieron sin contemplaciones y para romper el hielo empezaron con una versión muy eléctrica de Todo a Cien seguida de Gracias por Nada  y Shalala.

A La Cabra se le notan las tablas, capaces de mover y hasta entusiasmar por momentos a un público de varias generaciones que asistió, yo diría por unanimidad, para ver a Fito. Como ejemplo de lo dicho el hecho de que solo  hubo un fotógrafo acreditado en el foso (yo), circunstancia que como podéis creer cambió radicalmente cuando salió al ruedo la estrella principal.

Después de Hotel Lichis no olvidó dedicar una canción, Carne de canción, a Mikel de la Riva (El Hombre Gancho) que estaba camuflado entre el gentío y asiduo  a los conciertos en la ciudad,  cuando el oficio no lo coloca encima de las tablas. Sin duda pudimos ver el corazón de la Cabra cuando hicieron sonar La Novia del Marinero y la archiconocida Lista de la compra, acabada en apoteosis.

Poco  a poco fueron buscando un final  donde sacaron a pasear a su Reina de la Mantequilla  o El Cliente Siempre Tiene la Razón dejando patente en el aire recién vibrado con múltiples cambios de ritmo y su carisma canalla y mundano,  lleno de historias de andar por el barrio, de gente de baja estofa y de corazones grandes en alguna ocasión,  sello de identidad que La Cabra Mecánica abandera con orgullo. Repasada toda su discografía vino el final con Felicidad revolcándose  a ras de suelo cual cucaracha ¿mecánica?

  
La Cabra Mecánica
 

Entre el final de un concierto y el principio de otro cabe sin anchuras una cerveza y un viaje al coche para recuperar la cámara. El tiempo necesario para que el foso se llene de cámaras ansiosas por robar un instante,  por llevarse algo que nunca será suyo totalmente y para que las afanosas hormiguitas del Rock recogieran los bártulos de unos y acomodaran los útiles de otros.

Una mirada en redondo no hace más que certificar el lleno absoluto,  ya no hay calveros ya no hay sitio casi ni para respirar y Fito asoma la gorra justo Antes de que Cuente Diez, tanto él como el reloj. Con esa puntualidad empieza la masacre del silencio,  el baile de las gargantas desbocadas, los brazos en alto y el retumbar de los cimientos.

Quien iba a decir que esta es la segunda vez que el mismo espectáculo llega a la ciudad en la misma gira y con las mismas consecuencias. No sé si será Un Buen Castigo,  pero esa fue la segunda canción en salir y con ella, para delirio general, la bandera de la candidatura de Córdoba como Ciudad de la Cultura 2016. Normalmente se hace patria al final de los conciertos,  pero la exigencia de que las cámaras solo pueden grabar durante las tres primeras canciones trae esas irregularidades,  si se quiere salir en los medios.

  
Fito & Fitipaldis
 

El concierto va tomando cierta velocidad y después de Por la Boca Vive el Pez se fueron sucediendo los solos de guitarra entre Fito y Carlos Raya entre las canciones Me Equivocaría Otra Vez,  Como Pollo sin Cabeza, Todo a Cien y 14 vidas son dos gatos. Pero todo esto solo sería el aperitivo para las dos horas y media donde Los Fitipaldis arrebatan la voluntad a un público sobradamente entregado que disfruta con entradas instrumentales a temas que la banda ha hecho suyas, Quiero Beber Hasta Perder el Control, que estoy seguro que una mayoría no sabría que el tema es prestado por Los Secretos. Sonara también  Deltoya de Extremoduro en una peculiar versión convenientemente tamizada.

Reminiscencias de otra época nos asaltan con Al Cantar, la única canción que ha rescatado de Platero y Tú, el escaso rastro que Fito deja de un pasado musical muy distinto,  tanto en las formas como en los fondos y que para desgracia de algunos no parece que vaya a resucitar, por más que los recuerdos nos vaguen por el corazón como aquellos seres de la noche de los muertos vivientes.

Por la reacción de la gente y por el hecho de que apenas éramos dos los que coreábamos ese tema, es fácil deducir que el público no es el mismo que hace diez años,  pero en los tiempos que corren manda lo que manda y muy lejos a quedado aquella banda e incluso el espíritu de aquel primer disco que se llamó A Puerta Cerrada, a mi juicio un soplo de aire fresco, a terminado en la redundancia de un mensaje un tanto superfluo y mercantilista.

  
Fito & Fitipaldis
 

Para ir acabando no olvido que después de haber estado una hora haciendo la cabra el Lichis volvió y colaboró  en la canción Barra Americana.  Después de presentar a los compañeros de escenario sonaron La cousin de Bernard,  La Casa por el Tejado, Soldadito Marinero  o Abrazado a la Tristeza para ir acabando el show con más solos de guitarras y batería  después de Corazón Oxidado, Rock and Roll y Acabo de Llegar,  como paradoja para terminar el espectáculo de dos horas y media.

En definitiva Fito volvió a dejar un excelente sabor de boca a los asistentes al repasar toda su discografía alternado canciones más nuevas y más viejas que mantuvieron en buena línea todo el concierto donde demostraron porque cada concierto es un lleno, cada gira un victoria y cada disco un poco más de la fórmula del éxito que Fito parece atrapar en una música eléctrica,  pero suave,  donde esconde más de lo que enseña con un infinito juego de palabras en el laberinto de la interpretación.

Seguro que Córdoba le estará esperando en la próxima gira igual que las hojas secas al otoño para caer y al viento para volar.

  
Fito & Fitipaldis
 
 Fotos
 
  
 
La Cabra Mecánica - Fito y Fitipaldis - Ambiente
 
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