Pasaban ya unos minutos de las nueve y media, en Valladolid, con retraso y unas 40 personas esperando en la calle, se abría la puerta de la Porta Caeli. Sabía que para los primerizos en un concierto de Sidecars la cosa iba a superar sus expectativas. Para mi no era la primera pero ya hacía tiempo desde la última vez y las ganas se multiplicaban por momentos. Quizá por eso se me hizo más larga la espera hasta que sonó la primera nota.
Los encargados de hacerla sonar fueron los pucelanos “José Carreño y los Canseco”, en formato acústico y presentándose al público, que iba aumentando poquito a poco. De ellos pudimos degustar siete temas, empezando por “Todos decían”, pasando por “Menos mal” y “Donde vas” iban suavemente calentando los motores. Buenas melodías al más puro estilo cantautor, luciéndose con pocos adornos para que sea más fácil quedarse solo con la música, y es que suenan simplemente acompañados de dos guitarras y un bajo.
Continuaron con “No te vas a marchar”, “Vente conmigo” y “Vas a ser”, mostrando simpatía con la gente allí presente, que desde el principio permaneció muy cerquita del escenario, y animando a todos a hacerles una visita si les da por tocar en algún otro garito de la ciudad. El trío iba llegando al fin de su actuación, así que el propio José Carreño presentó a sus compañeros y nos puso a cantar con la pegadiza “Porque no vienes conmigo a bailar”. Una amable despedida y abandonaron el escenario.
Tras José Carreño y Los Canseco, unos minutos para el cambio de instrumentos, cables, micrófonos, y de paso, para repartir estratégicamente por el escenario unos tragos que eviten la deshidratación de los músicos. Vamos, unos cubatas. La sala se iba animando, aunque el aforo no se acercó al lleno que merecía. O quizá eso es cosa mía, que tenía la esperanza de que los pucelanos respondiesen a tal concierto con más afluencia.
José Carreño y los Canseco
Aún así, a los presentes, las ganas de que Sidecars saliesen a escena se nos notaban en la cara, aguantándonos la risa nerviosa y las miradas cómplices cuando empezó a sonar una introducción instrumental que dio paso a “Apaga y Vámonos”, seguida sin descanso de “Merecido”, ambas, muestra de su último disco, Cremalleras, que empezaban de esta forma a presentarnos.
En sus filas, una cara desconocida, un nuevo fichaje. La mayoría todavía no sabíamos quien era aquel guitarrista que se movía tímidamente a la derecha del escenario. Sonó “El jugador”, subió el volumen y aumentó la potencia de las voces, todos nos sabíamos el estribillo. Tenía la impresión de que las canciones de su primer disco llevarían una velocidad distinta al resto, aunque me di cuenta después de que, en perfecto orden ascendente, lo mejor estaba por venir.
Sin apenas pausas, innecesarias en algunos casos, y alternando canciones de su primer y segundo disco, continuaron con “Miénteme”, manifestando la importancia que han ganado los coros en su nuevo álbum. Tras ella “Somos Sidecars” dijo Juancho “de Alameda de Osuna, nuestro barrio, Madrid”, dieron paso a “Después del fin” y de nuevo volvieron a subir el volumen de la sala con “Chica fácil”. “Tienes el sabor del rock…” cantaban Juancho y los suyos, mientras por fin en la Porta Caeli se hacía notar ese sabor, la emoción contenida que empezaba a descorcharse de verdad.
Así somos los castellanos, fríos y difíciles, resistiéndonos a despertar más entusiasmo del pactado, y enfrente nuestro, los de Madrid, lejos de rendirse, nos regalaban un estimulante en forma de canción y de “Pastillas de colores”. Y como si de un nuevo propósito se tratase, avivar del todo la llama para la que ya habían prendido la chispa, pasaron al “Plan B”, demostrando con cada gesto la gran complicidad que hay entre ellos.
Sin perder de vista el objetivo que los llevaba allí esa noche disfrutamos de la intensa “Muy bien” y la descarada “Caradura”, inyecciones de rock & roll en estado puro superando, sin que nadie diese cuenta del reloj o del tiempo, el ecuador del concierto.
Sidecars
Saboreamos la calma con la perfecta “Salir a matar”, al menos perfecta para mi, que se ha convertido desde que la descubrí en una de esas canciones que apetece escuchar al menos una vez al día. Tranquila y sencilla, no dio mucha más tregua a la quietud.
Tras el silencio Juancho volvió a hablar y como si fuera una petición nos dirigió un “Cada vez que dudas un minuto…”, “… parecemos dos chavales de instituto” fue la respuesta a su demanda, y de nuevo sonó la música. Pues era cierto, el público había despertado hacía rato.
Otra vez nos ofrecieron una droga que estimulase nuestros cuerpos, las guitarras y “Anfetamina” superaron la idea anticipada que yo llevaba de esta canción. Grata sorpresa cambiar mi concepto de este tema con los chicos derrochando actitud y aptitud a partes iguales.
Y puede sonar a tópico eso de que muchos grupos cambian a mejor del disco al directo, pero nada más lejos de la realidad, en este caso se cumple, ¡y de que manera! Tocaron “Fan de ti”, coreada por todos los presentes de principio a fin. Pero no parece este el grupo que sonaba en el anuncio de El Corte Inglés al final del verano, no merecen ser reconocidos por una sola canción.
Con la melancólica “Mundo frágil” llegaba la triste despedida, por lo que Juancho, como gran líder del grupo, presentó uno a uno a sus compañeros, empezando por su derecha. Descubrimos que el desconocido guitarrista es argentino, que Matías Sorokin es su nombre, y que será habitual verle con ellos a partir de ahora.
La presentación siguió con Dr. Gerbass y sus patillas al bajo, siempre tan callado, al que, bromeando decía haber oído hablar solo un par de veces. Ruly y sus vicios a la batería, asegurando que el día menos pensado se jugará el grupo en cualquier partida. Y concluyó presentando a Manu, a las cuerdas, a los coros y a su izquierda, como a un hermano.
Sidecars
Precisamente Manu fue el encargado de presentar a Juancho, encargado de las letras, la guitarra, la voz y la pose, confesándonos que estaba acojonado por lo que se encontraría en Valladolid, donde, definitivamente daban por ganada la batalla. Y sugiriendo también que lo emborrachásemos después del concierto, garantizando que con resaca tocaría mejor al día siguiente, en su gran cita Madrid, en el Palacio de los deportes. Se apagaron las luces y vaciaron el escenario.
Tras unos minutos de expectación, Juancho, Manu, Matías y sus guitarras ocuparon las tablas de nuevo. “Noche en velero” sonó como una suave caricia, “… que mejor canción (chica rock & roll…)” para darnos a entender que aún no había terminado la noche.
Subió el resto de grupo y con “Cremalleras” terminaron de destapar casi en su totalidad el álbum de mismo nombre. Pero todavía quedaban dos joyas para rematar la noche, “Y si nada sale bien”, enérgica y optimista, dispuso a todos, banda y espectadores, a quemar las últimas gotas de combustible.
Y por si quedaba alguna duda, la clásica “You really got me” de The Kinks sonó como último regalo al comienzo de “Ya no tengo problemas”, más optimista si cabe que la anterior, con la que definitivamente finalizó el espectáculo, agradeciendo a los presentes el calor recibido esa noche y dejándonos a todos con la sensación de que no eran unos cualquiera los que acababan de tocar en nuestra ciudad. Derrochando buena música y mucha clase en el escenario, estos madrileños tienen aún muchas cosas por decir.