Una madrugada más que me sorprende en vela. La vida es asÃ, a destiempo, a deshoras. Suenan Kinki Boys, su primer álbum, homónimo. Y ya no me pesan los huesos húmedos y cansados.
Doce temas con la duración justa de tiempo. ¿Para qué alargar si en unos dos minutos todo queda claro? El trabajo entero es preciso. No especula innecesariamente, se transmite exactamente lo deseado. Todo (música, ambiente, mensaje) sale de un sentimiento, un modo de vida. Asà de visceral es lo que me entra por los oÃdos y se expande por donde puede.
Punk, after punk, rock and roll macarra. Entraña, desconcierto, temor, las cosas claras. El frÃo de la soledad y la mala racha. El fuego de la supervivencia.
En todo momento el disco transmite urgencia, como si fuera necesario liberar la tensión contenida de muchas vivencias, sin embargo el resultado es natural y fluido. Incluso lo tenso se vuelve ágil, ligero y excitante. "Amor paranormal". Tampoco hay aleccionamientos o moralejas, "El poblao", sólo se pone sobre la mesa, se cantan las historias y las emociones más internas de tres personas que se han entendido muy bien desde el primer momento. Si que hay crÃtica, la emprenden contra la vacuidad, la compulsión de llenar un vacÃo con otros vacÃos; "veo gente condenada a vivir sin vivir", "Veo gente". Y por supuesto, es una declaración de principios e identidad nada intencionada, pero firme y orgullosa como ninguna. "Voy a morir".
No quiero entrar a detallar los temas: no seré yo quien condicione a nadie con mi opinión. Si diré que es conmovedor que el resultado general sea tan elegante. Incluso sensual.
E inspirador. En un mundo tan encadenado, la propia exposición, tan sincera y descarnada hace que se quiera seguir peleando. "No pienses más". Sólo siente.
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