A raíz del confinamiento y ante la ausencia durante esos meses de conciertos, me replanteé, casi sin darme cuenta, mi manera de asistir a los mismos y decidí, también un poco obligado por las circunstancias, abrir el abanico de música que ver en directo, una vez esto fue posible.
Esto me ha facilitado el poder conocer nuevas propuestas y, dos años después, sigo compaginando el ir a ver grupos o estilos que ya conozco con otros que no tengo tan seguidos, como la oferta que ese viernes iban a llevar a la sala Niágara Yawners, una formación en la que, aunque conocía, no había profundizado, pero que, cuando vi que aterrizaban en la sala santanderina, me interesó bastante su estilo. [ crónica ]