Cuando la ola de calor ya nos había engullido por completo y todo tipo de penurias se había cebado en nuestro grupo Como buenos valientes, decidimos que nada iba a poder con nosotros y nos plantamos otro día más en el recinto de Cam Zam. El sol y los 35° marca de la casa seguían donde los habíamos dejado el día anterior, exactamente encima de nuestras cabezas melenudas. [ crónica ]
