Penúltima de las jornadas del Villa de Bilbao en su modalidad Pop Rock, correspondiente al jueves 20 de octubre, una jornada variada en sonidos donde las guitarras acústicas tuvieron cierto protagonismo, finalizando con algo de distorsión garajera, al menos un pequeño chute de energía entre los diversos sonidos intimistas de la tarde. Seguimos con una entrada de público variable, alrededor de cien personas ante la gran final que esperamos que tenga mayor apoyo al ser un sábado.

Los primeros en subirse a las tablas de la Bilborock fueron la banda de Logroño Tempo Phobia, formación ya conocida por nosotros al verles en el mes de enero en la Guerra de Bandas del Actual Festival, allí se llevaron el premio otorgado por el público, y lo curioso fue cuando dijeron que esta era su séptima visita a Bilbao, y nosotros sin saberlo.

Sonidos de folk indie americano, plasmados y acompañados por guitarras acústicas y eléctricas, sesión de vientos y unos registros de voz de su cantante Gabriel Fernández que imprimieron brillo a sus melodías, un flujo emocional que consiguió erizarnos la piel.

Tienen un disco bajo el brazo, “Pray Or Think”, que lógicamente fue la columna vertebrar de su repertorio, en el encontramos un nexo con grupos como Dry The River o Band of Horses, sobre todo en las primeras canciones que escuchamos, un formato más íntimo y acústico, luego pasaron rápidamente a su lado más comercial con lazos de pop y guitarras eléctricas, más el sonido del saxofón que arropó e hizo que los temas brillasen con luz propia.

Después vino el músico de Barakaldo, Andeka Peña, que se presenta bajo el nombre de Solitary, desprendiendo sonidos de western rock con esa pasión que había absorbido desde pequeño al ver tantas películas del lejano oeste. Unas canciones que se trasmitían con la versátil voz del artista, enfundándose una guitarra acústica para brotar y galopar hacia su destino.

Arropado por un montón de amigos que no dudaron en aplaudirle entre canción y canción, no pararon y consiguieron animar al músico barakaldes en más de una ocasión. Raro se nos hizo no saber nada más de este músico, solemos consultar las agendas de los locales más modesto y nunca nos habíamos encontrado con su nombre, al menos es curioso.

Concierto de menos a más, elevando la temperatura, resaltando ese momento en que sus cantos se mezclan con los silbidos, siguiendo los patrones del country tradicional.

Finalizamos la noche con la formación de León Allrighters, con una actitud enérgica de sonidos de garage, muy fértiles donde la psicodelia y el rock setentero marcan su camino. Guitarras distorsionadas y una base rítmica revolucionada, ideal para una noche de puro folk.

Con un cantante versátil, un derroche instrumental con gran movilidad sobre el escenario, derrochando en todo momento su capacidad por sorprenderte, dotando a las canciones unos pasajes de guitarra electrizantes con desarrollos improvisados y sobre todo eléctricos. Todo ello unido a la fuerza de sus compañeros que aprovecharon al máximo su corto viaje a Bilbao.

A pesar del estilo, que está muy trillado, por cierto, ellos le dieron un toque de personalidad.