Los hermanos Cavalera, Max e Iggor, celebraban por nuestro país el 20 aniversario del disco “Roots” sacado con Sepultura, y no podíamos dejar pasar el concierto del sábado 5 de noviembre en la Sala Santana 27 de Bilbao. Un tour programado por Route Resurrection (Resurrection Fest) con tres fechas, Madrid, Barcelona y lógicamente Bilbao, para revivir la nostalgia del conocido disco del 96, el quinto en la extensa discografía de la banda brasileña, con toques de groove metal y nu metal influenciados por el productor Ross Robinson, que se colgó mil medallas por este estupendo trabajo.

Justo una semana antes de iniciarse la gira, se subían al carro los catalanes Crisix, que cumplieron un sueño que toda banda nacional lo hubiera querido para sus adentros, un cartel con entradas agotadas desde días atrás, y es que la fecha de Bilbao calló en sábado, y la nostalgia y que al día siguiente era festivo, hizo todo lo demás.

Co media hora de retraso sobre la hora anunciada, aparecieron los Crisix, volcando su actuación en una fiesta continua, ayudados en todo momento por esas plataformas que colocan al lado de los monitores creando un show espectacular. En estos momentos siguen presentando su tercer álbum “From Blue to Black”, y meses atrás coincidimos con ellos en la pasada edición del Resurrection Fest y en la última edición del Vértigo Rock de Ermua donde fueron cabezas de cartel.

45 minutos de actuación a ritmo frenético, con saltos, gran movilidad y un Juli pletórico haciendo las labores de un buen frontman, llevando la batuta del concierto y disparando los tremas frenéticamente y con rabia, ante un público que en esos instantes empezaba a moverse y a disfrutar de una buena dosis de speed metal old school.

Riffs electrizantes, cambios de ritmo precisos y sólidos y unos termas veloces con gran carta instrumental, cimentaban rápidamente el movimiento de cuellos y los primeros pogos que se vivieron en la zona delantera y central de la sala, mientras escuchábamos temas como “G.M.M (The Great Metal Motherfucker)”, “Psycho Crisix Word”, a toda pastilla, un ritmo violento de la más absoluta novedad y temas más rodados como “Bring 'Em To The Pit”, donde Juli se bajó del escenario cargado con dos globos XL dejando un tercero sobre el escenario para iniciar su personal visión del football wall of death.

Con un pequeño descanso para coger oxígeno, afrontaron el final con los clásicos “I.Y.F.F.” o el tema que da nombre a su segundo trabajo” Rise...Then Rest”, sin olvidarse del salvaje “Ultra Thrash”. El ansia de los más osados hirvió por completo, esperando a continuar la descarga con el plato fuerte de la noche y no perder el aliento en ningún momento.

Media hora de cambios entre que quitaban la batería de Crisix y preparaban el backline de los hermanos Cavalera, mientras se respiraba una atmósfera inclasificable, rodeados de gente de otros lugares que se habían acercado para la ocasión, ya sea de Francia, Asturias, La Rioja o los más cercanos, Cantabria o Gipuzkoa.

Max e Iggor, hermanos de sangre, siguen en pie de guerra sin cicatrizar las heridas con sus ex compañeros Andreas Kisser o Paulo, tienen cuentas pendientes, pero sinceramente, siguen viviendo de unas rentas que tienen fecha de caducidad, sus otros proyectos, Soulfly o Cavalera Consiracy, no les han servido para seguir creciendo, sino que se han estancado, ya sea musicalmente hablando como en temas de composición, por eso, siempre que pueden, tiran del pasado, de Sepultura, un arma eficaz que siempre cumple, en sus conciertos con dichas bandas, aparecen 6, 7 canciones de los Sepultura, y eso lo dice todo.

Como compañeros de escenario estaban Jhony Chow al bajo y Marc Rizzo a la guitarra de 7 cuerdas, este último conservando cierto protagonismo para salvar las limitaciones del propio Max Cavalera.

El concierto comenzó como no podía ser de otra forma con el tema que abre el disco, “Roots Bloody Roots” y con él la sala se vino abajo, además Max dejó al público cantarla, un momentazo para empezar la noche, luego se fueron rápidamente a los tribales con “Attitude”, saliendo a escena un raro artilugio a modo arpa que intensificaba esos sonidos. “Cut Throat” y “Ratamahatta”, también llenos de percusiones y fiesta por todos los lados, también vimos a un Max que no estaba al cien por cien ni cómodo en registros, teniendo que parar para coger aire entre tema y tema, además de mostrar el micro al público en repetidas ocasiones, un truco que todos ya nos sabemos, y es que nos da la sensación que esos kilos de más repercuten negativamente sobre su estado sobre el escenario.

Eso sí, Max siempre estuvo participativo y con la cara sonriente, indicando en más de una ocasión que quería ver pogos y circles spit, y así fue, el público estaba totalmente caliente, es evidente que hemos crecido con ellos.

Más temas iban llegando sin descanso, con los registros de voz más correosos y vivos, hablamos de “Straighthate” o “Spit”, otro de los temas que no pasaron desapercibidos del disco, y en el ecuador del concierto, disfrutamos de “Lookaway” y “Dusted”.

Iggor, como no podía ser de otra forma, tuvo su momento de protagonismo con un solo de batería en “Itsari”, quedándose sólo sobre el escenario, tiñendo la noche de ritmos y percusiones, luego entró Max, que se hizo con un bombo para acompañar a su hermano y recrear las raíces tribales con “Ambush”.

Dejando encaminada la recta final, más veloz, más acelerada, con esos estribillos que llaman al movimiento, con un Max oscureciendo su voz y tomando el lado más agresivo de la noche, llegaba el turno a “Endangered Species” y “Dictatorshit”.

Una única salida de la banda del escenario, unos minutos para coger aliento y prepararse para la traca final, un pistoletazo con una cuidada selección de covers, la primera, “Procreation (Of The Wicked) de Celtic Frost, que ya fue incluida en la reedicion del Roots en el 2005 como primer tema del segundo CD adjunto (Roadrunner Records), más tarde “Ace Of Spades” de Motörhead, pequeño tributo a toda pastilla a Lemmy, un ritmo infernal que dio pie al rescato single “Territory”, del  “Chaos A.D”, como cara b del disco.

También “Policía”, cover de los brasileños Titãs y de nuevo otro rescate, “Roots Bloody Roots” tocada a toda velocidad, enloqueciendo de nuevo todo el respetable, clamor generalizado y mentes despiertas.

Una noche que recordaremos, pero más que nada como una pachanga a la brasileña creada por los hermanos Cavalera, y ahora la pregunta es, ¿seguirán por este camino e irán rescatando más discos de Sepultura para futuras giras?