Siempre me pareció chirriante aquello de que “La historia la escriben los vencedores”, el pasado viernes esta frase empezó a gustarme, contra todo pronóstico, Berri Txarrak se convirtió en una auténtica victoria cultural. 

Y es que hace más de 20 años que nacieron, con las dificultades propias de expresarse en otro idioma, con el inconveniente de pertenecer (a regañadientes) a un triste país que te condena por pensar diferente. Eligiendo un estilo musical minoritario, con un nombre extraño, cargado de erres y casi impronunciable… Por todo esto, ayer parecía mentira escuchar de boca de Gorka, aquel…–“Nunca fue fácil, no siempre fue posible, hoy vamos a hacer historia”-.

BTK y su honradez habían decidido, después de hacer girar el Denbora Da Poligrafo Bakarra dos años por medio mundo, poner el cartel de “fin de gira” en los madriles (GRACIAS).

Los primeros invitados The Secret Society, un grupo curtido en tener las ideas claras, como lo demuestra Pepo Márquez cada vez que comienza un nuevo proyecto. Si, el que suscribe era muy fan de Garzón y después de Grande-Marlaska (No de los magistrados, me refiero al nombre de los antiguos proyectos del amigo Márquez).

Este camaleónico cantautor eléctrico, se presentaba en la Riviera bien arropado por Perico, Manel, Ricky y Jimmy, y la coincidencia de la salida de su nuevo disco “Hacemos ruidos raros al rompernos”. En cierta manera también era su fiesta, y así nos lo hicieron ver durante el escaso tiempo que tenían, estos reyes del Lo-fi, me encandilaron enseguida, sobre todo cuando nos dieron buena cuenta de su disco anterior “Peores cosas pasan en el mar”. Un show cargado de grandes canciones, rebeldes letras y alusiones musicales a grupos referentes del corte que defiende los de la sociedad secreta, los madrileños jugaban en casa y aun siendo primera hora salvaguardaron como muchísima honra esto de abrir la fiesta, éramos pocos en la sala, pero por las caras de los presentes os garantizo que aquello caló, y de qué manera.

Los siguientes en liza Viva Belgrado, y el aforo aumentando, los cordobeses están presentando su nuevo trabajo “Ulises” y en eso se centró su actuación, tenían poco tiempo para convencer, al principio problemas de sonido, sin saber muy bien que idioma utilizaban, la música destacaba por encima de la voz.

Problemas de sonido resueltos, empiezan a encontrarse más cómodos, un gran sonido la verdad, bastante contundentes, destaco la gran amistad del bajista y el batería, eso, o una nueva manera de comportarse encima de las tablas, dado que el de las cuatro cuerdas no se giró en ningún momento hacia el público, cosas escénicas. El bolo de menos a más y  la Riviera levemente cantaba sus letras, coreadas por el personal cada vez más número, un concierto que acabo en un nivel muy alto.

Serían las nueve y pico pasadas, llegábamos al momento álgido de la noche, dos años después de aquel primer concierto en la Joy Eslava, BTX despedía el  Denbora Da Poligrafo Bakarra justo donde lo presento.

Una exuberante lona nos hacía presagiar un comienzo delirante, nada más lejos el Power trio aparece desprovistos de sus armas, se acercaron hasta el último vértice del escenario, ojos vidriosos y brazos en alto; rinde al homenaje al sentido que tiene BTX, a la gasolina para perdurar estos más de 20 años: Su público.

La enésima prueba sencillez de los de Nafarroa, siempre humildes, nada opulentes, devolviendo el apoyo al público durante más de 2 minutos de ovación.

Era el momento de demostrar el porqué de esta victoria colectiva, del triunfo cultural que es BTX.
Se apagan las luces y suenan las primeras descarga “Etsia” y “Ordaina” sirviendo de matiz para entintar la pluma y empezar a escribir la historia de esta fecha.

Y a partir de ahí, aquello fue la fiesta esperada, nunca he visto a BTX disfrutar tanto encima del escenario, sonaron una muestra muy ilustre de estos más de dos siglos de carrera, para todos los gustos y colores; El “Jaio.Musika.Hil” para los acérrimos,  para los de la vieja guardia “Izena, izana, ezina” y “Espero zaitzaket”. También tendrían su dosis los defensores de los nuevos ritmos con “Lemak, Aingurak”. Esto viene a ser lo que más me gusta de BTX, su forma de mutar, de combinar estilos Metal, Punk rock, Hardcore con un sutil indie (o Pop, o como lo queráis llamar) Sin perder de vista su identidad, su sonidazo y su honestidad a la hora de hacer música.

Hubo tiempo a la reivindicación de su lengua y el recuerdo hacia Mikel Laboa antes de comenzar la versión de su “Liluraren kontra”. En cuanto a lo escénico, bastante escueto, sin enredos, dando importancia al colosal sonido de los de Lekunberri, alambrada metálica y escoltados por un gran telón de diseño apocalíptico de Joseba Elorza, esa portada del DDPB, ese triple disco, a cual mejor, que no se parecen en nada y que a día de hoy son referentes.

Llegábamos al final, seguramente me deje canciones que tocaron, el que suscribe se dedicó a formar parte de aquella historia, me limité a ser testigo de cómo BTX, en mi ciudad, estaban dando el concierto más importante de su vida y en cierta manera de la mía. Fui testigo de cómo la voz melódica de Gorka incendiaba su guitara en cada acorde imposible, de como David ejecutaba a la perfección una línea de bajo descomunal, con la inclusión de unos coros rotundos y arengando en todo momento al personal, mientras en la retaguardia Galder metódico hasta el punto de la perfección, cual reloj, como vislumbraba su batería, una gran esfera en la cual, todas sus horas se apreciaba la palabra ORAIN,  AHORA en castellano, justo el momento de esta tremenda banda (¿Y cuando no lo fue?).

En puertas de los bises sonaron “Zertarako amestu”, y la gran “Maravillas”, luces fuera y vuelta a la escena, David, solo en el tablado, interpreta la carismatica “Oreka” un himno inconfundible, tres notas que suenan a gloria, que te empujan al delirio, canción que empasta a la perfección con la inclusión “Around the world” de Daft Punk y para mi gozo personal y el de Ricky Falkner (a escasos metros míos) con “Kids” de MGMT. IMPRESIONANTE adaptación de un tema, que me resultaría impensable que BTX podría tocar y llevárselo a su terreno como hizo. No, no acabamos allí quedaba tinta para escribir lo mejor, “Denak ez du balio” donde los pocos madrileños que estábamos allí hicimos de Tim McIlrath, dos balas, quedaban la dureza de “Oihu” y el adiós melódico de “Poligrafo Bakarra”.

Gracias Berri, gracias por elegir Madrid para coronar vuestra carrera, por dejar de lado a nuestros políticos necios y solo mirar por la legión de seguidores, Madrid habla euskera, aunque no lo sepa, nosotros nos lo inventamos y os entendemos a la perfección, gracias por utilizar el idioma universal de la música.

Me reservo un poco de tinta para dentro de 20 años… Estoy seguro me harán falta.