Hace unas semanas tuvimos la oportunidad de hablar con el guitarrista, compositor y productor Frank Meyer (no confundir con el filósofo, fallecido en 1972) acerca de su nuevo proyecto y de su inminente gira por España. Sus palabras nos generaron tal expectación que marcamos en rojo en la agenda el día 1 de junio para asistir al cierre de su Spanish Tour en la madrileña Wurlitzer Ballroom.

Este concierto, que empezó con un ligero retraso, congregó a alrededor de sesenta personas, para arropar a su anfitrión, que había obtenido diferentes resultados de taquilla a lo largo de esta gira, pero sin perder en ningún momento un solo gramo de actitud; pues es precisamente esa actitud una de sus principales señas de identidad.

Al grito de “Buenas noches Madrid” dio lugar su actuación con “Let me out”, extraída del álbum One More Drink, de The Streetwalkin Cheetas, que puso rápidamente al público en marcha; un público que, a pesar de ser domingo, había venido dispuesto a darlo todo y a despedir (hasta la próxima) al angelino casi como si de un entierro vikingo se tratara.

Por el momento todo iba saliendo bien, hasta que hacia la mitad de “Downtown Girl” el amplificador de la guitarra de Frank empezó a fallar, generando algunos silencios y algunos incómodos petardeos. Pero después de tantos años sobre los escenarios, uno aprende a manejar ciertas situaciones y no tardó en volver a hacerse con el control de la situación, gracias también a la inestimable ayuda del técnico de la sala que estuvo pendiente en todo momento.

Frank nos había comentado en la entrevista que las canciones de este álbum eran algo más suaves, algo más blues y un poquito soul, bromeando había dicho que “Living Between the Lines is an album made for the ladies”, pero debía estar refiriéndose a <<ladies>> rockeras y salvajes (con amplia representación entre el público, todo sea dicho) pues la esencia que caracteriza su música se apreciaba intacta en sus nuevas composiciones al punto que, a quien no conociera su obra, podría haberle costado distinguir en algún momento a cuál de sus proyectos pertenecía la canción que estaba interpretando; pues la potencia y la visceralidad en la ejecución de las mismas era un detalle marca de la casa que permanecía inalterable.

Uno a uno fue mostrando cada una de las piezas que componen su más reciente trabajo de larga duración, intercalándolas con canciones ampliamente conocidas de su trayectoria y haciendo las delicias de un público entre el cual se perdió varias veces, convirtiendo a los y las presentes en parte activa del espectáculo y creando recuerdos imborrables en la memoria de los que allí estábamos.

Aunque no estuvieran físicamente presentes, no faltaron menciones a las personas que colaboraron con Frank en la grabación de algunas canciones del disco: Lisa Kekaula, Cherie Currie y Eddie Spaghetti,  con las que además de relación artística tiene un vínculo personal estrecho; así como un emotivo recuerdo de la figura de Johnny Thunders, a quien dedicó una de las últimas canciones de la velada, que finalmente terminó con Baby Love, canción que sonaba en directo por primera vez y que supuso el cierre perfecto para un show que, a pesar de las dificultades técnicas, pudo calificarse como un completo éxito.
Esperamos no tardar en volver a recibir la visita del señor Meyer en cualquiera de sus variantes, pues es garantía de diversión y rock and roll de calidad recordando a aquellos históricos concierto de las pequeñas salas de Los Ángeles de principios de los 90.

Nosotros, desde luego, estaremos aguardando impacientes su regreso.