Una nueva jornada en la que había mucho y muy variados eventos por la tierruca, pero me picó la curiosidad por acudir a ver a un grupo de esos que hace mucho tiempo veo en los carteles, aunque nunca había profundizado en ellos, como es el caso de Rufus T. Firefly, por lo que para el Escenario Santander que me fui, con la convicción de su buen hacer en directo, a tenor de las criticas leídas.

Un cartel muy llamativo, con los próximos conciertos que van a tener lugar en esta sala, nos daba la bienvenida, regresando a este local solo una semana después de mi anterior visita, encontrando una afluencia aún escasa, pero que fue creciendo a medida que se acercaba la hora del comienzo de este evento.

Haciendo un poco de memoria, hay que decir que esta banda se funda en Aranjuez en el año 2006, por lo que este próximo año harán 20 en activo, y que su formación está integrada por Víctor Cabezuelo, voz, guitarra y sintetizadores, Carlos Campos, guitarra, Miguel de Lucas, bajo y sintetizadores, Manola, teclados y coros, Julia Martín-Maestro, batería y voz, y Juan Feo, percusión, aunque para esta fecha contaron con la participación de Marc Sastre a la guitarra, al no poder acudir Carlos Campos. 

En estos 19 años han editado los discos “My synthetic heart”, del 2008, “La Historia secreta de nuestra obsolescencia programada”, de 2011, “Ø”, del 2012, “Nueve”, del 2014, “Magnolia”, del 2017, “Loto”, del 2018, “El largo mañana”, de 2021, y “Todas las cosas buenas”, de este 2025 y sobre el que asentarían su repertorio, además de ese trabajo de rarezas llamado “Grunge”, del 2013.

Con una intro de fondo fueron subiendo los músicos, con la batería, la percusión, los teclados y la voz principal en primera fila, y el bajo y el guitarrista más atrás, iniciando su velada con “Torre de marfil”, el tema que abría su anterior disco, el cual empezó muy lento y con poca luz, cogiendo algo más de fuerza cuando comenzó a sonar la voz, hasta que los teclados endurecieron el corte, igual que haría la sección rítmica, y que tuvo un final muy aplaudido.

Después de saludarnos, empezaron el recorrido por su actual criatura con “El coro del amanecer”, un tema sin el sonido del bajo, y que tuvo un ritmo juguetón, cogiendo más intensidad a medida que el corte crecía, el cual contó con un buen colchón de teclados y que resultó muy movido y animado, para regresar a su anterior obra con “Lafayette”, una pieza que tuvo un inicio más contundente, en el que Víctor cogió por vez primera la guitarra, la cual iría soltando y colgándose durante todo el concierto, una canción muy pegadiza y machacona, con una buena presencia de los coros, relajándose levemente, para después recuperar la fuerza previa.

Tras mostrarse encantados de estar allí y volviendo a saludarnos, continuaron en su anterior disco con “Polvo de diamantes”, un tema que contó con ese sonido tan envolvente y el bajo marcado, ofreciéndonos un corte con ritmo, aunque tranquilo, combinando partes más intensas y otras más relajadas, reconociendo, luego, que para esta gira habían recuperado alguna canción antigua, como “El problemático Winston Smith”, la que abría su trabajo de hace 11 años, que, confesaron, era la favorita de su técnico de sonido, la cual comenzó con fuerza y un bajo muy presente, cogiendo luego más velocidad, una pieza muy movida y bailable, con un muy enigmático y psicodélico final, y que se fue endureciendo.

Turno ahora para el tema que daba nombre a su quinto disco y que también lo cerraba, “Magnolia”, que comenzó con un sonido muy juguetón y dinámico, el cual fue muy coreado por todos los allí congregados, que estaban disfrutando con la actuación del sexteto, relajándose después dicho corte, antes de dar paso a ese pegadizo estribillo, jugando con esa combinación de partes más rápidas y otras más calmadas, teniendo el teclado mucho protagonismo en esta composición, sobre todo en esa parte en que se sosiega más, dándola  un sonido muy grandilocuente y demostrando la grandeza de su música; de lo mejor de la noche, que ya es decir. 

Unido con el anterior llegaba “Todas las cosas buenas”, el tema que da nombre a su actual disco, el cual tuvo un inicio muy movido y poderoso, mostrándonos un corte muy animado y con potencia, parándose momentáneamente, con los teclados teniendo mucha presencia, y luego retomando dicha contundencia e incluso intensificándose al final, para dar paso a lo que, al final de la misma llamaron un “Blues improvisado”, una pieza que empezó calmada y relajada, con un buen sonido de guitarra a cargo de Víctor, volviéndose más cañera poco a poco, dejándonos con una canción muy enérgica y con un gran solo de Marc Sastre.

Tras este momento, Julia salió de la batería, cogió el micrófono y se puso a interpretar “Canta por mí”, esa versión de El Último de la Fila que aparece en la versión CD de su actual disco y que recordó escucharlo con sus padres, un tema que empezó tranquilo y que fue cantado con mucha dulzura, con Víctor sentándose a la batería y haciendo que este corte cogiera más fuerza, tras el cual retomaron sus posiciones iniciales y fue precisamente la batería la que hizo ese breve, pero eficiente, solo de batería que da inicio a “El principio de todo”, también de su actual obra, una pieza con ritmo y pegadiza, que se fue intensificando, dejándonos con una canción a la vez quedona, muy animada y positiva, que fue muy aplaudida y que tuvo un hipnótico final.

Sin dejar su nuevo trabajo, llegaba el momento de “Trueno azul”, que fue iniciado por el sonido de los teclados, animándose poco a poco, con momentos más movidos y con ese sonido juguetón de teclados, acelerándose al final, y siendo unido con “Interludio”, una pieza instrumental que tuvo un dinámico comienzo con el sonido de la guitarra y que luego fue cogiendo más intensidad y velocidad, para después combinar partes más rápidas y otras más relajadas.

Seguíamos con más temas de este último disco, siendo el momento de “Dron sobrevolando Castilla-La Mancha”, el cual empezó movido y con ese aire a  batucada, para volverse luego un corte más tecno, que fue muy bailable y animado, además de machacón y con contrastes de intensidad, y que fue muy aplaudido, tras el que comentaron que, pese a lo que mucha gente dice, ellos no tienen apenas canciones de amor, aunque sí que hay una muy especial, “Nebulosa Jade”, de su álbum de hace 8 años, que comenzó calmada y con dulzura, pero con energía, presentando a los miembros de la banda, con su cantante sentándose y la gente cantándola con ganas.

Unido a la anterior llegaba “La plaza”, de su actual plástico, un tema con un ritmo animado y movido, ofreciéndonos un corte que fue, además, potente y bailable, para pasar a tocar la última pieza de esa misma obra, “Lumbre”, que reconocieron muy especial esta noche, ya que en el disco colabora Marc Sastre, que tocan con ellos hoy, la cual tuvo un inicio especial y con gancho, una canción que luego fue cogiendo más fuerza y rapidez, con un brillante solo del mencionado guitarrista, y que contó con contrates de intensidad y cambios de ritmo abruptos.

Nos avisaron de que estaban llegando al final y que solamente quedaban 3 temas y que no iban a hacer el paripé de irse y volver, agradeciendo a los técnicos, a la gente de su equipo y a los trabajadores de la sala el hacer posible que aquello saliera adelante, recordando que son una banda autogestionada y que iban a poner un puesto de merchán al concluir la velada, para dar paso a “Sé dónde van los patos cuando se congela el lago”, de su anterior disco, que empezó con mucha fuerza, una canción muy animada y movida, con gancho y enigmática, la cual se intensificó, parando para que el bajo tomará protagonismo y luego con un sonido más ambiental, concluyendo la pieza con un muy pegadizo estribillo final.

Más atrás en el tiempo, concretamente a su disco de hace 8 años, se fueron para tocar “Rio Wolf”, un tema que tuvo un guitarrero inicio, muy movido y con un ritmo contagioso, además de ser un corte con mucha energía e intensidad, con la guitarra muy presente y ese final en donde demostraron sus cualidades, relajándose hasta parar y luego explotar, para luego sonar con contundencia.

Víctor se enfundó una guitarra acústica antes de comenzar a tocar “Canción de paz”, la pieza que abre su actual disco y que empezó calmada, una canción muy entrañable, que fue cogiendo fuerza con las voces y luego con los instrumentos, antes de ir relajándose hasta detenerla de todo, para que los presentes la cantásemos, en lo que fue un broche de oro a su actuación.

Así y con el “Como yo te amo” de Rocío Jurado sonando a modo de outro, concluía, tras casi 2 horas sobre las tablas, este buen concierto de Rufus T. Firefly, una banda que logro ganarse a todos los presentes con sus buenas canciones y sus variados sonidos, así como con su cercanía, demostrando la frescura de su propuesta y lo bien que ha calado ésta entre sus seguidores.

Reconozco que no tenía muy claro lo que me iba a encontrar, ya que no he seguido mucho la trayectoria de la banda, pero me gustó mucho ese estilo tan personal, con preferencia de partes calmadas, pero dando caña cuando hacía falta; si no conoces a Rufus T. Firefly, haz como yo y vete a verlos en vivo, donde vas a disfrutar de música de mucha calidad, interpretada por unos magníficos artistas.

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Con el último CD de la banda debajo del brazo, me fui del Escenario Santander, todavía asimilando lo que acababa de vivir y es que a veces cuesta salir de nuestra zona de confort, pero cuando lo hacemos los resultados pueden ser tan positivos como los que esta noche presencié con la actuación de los madrileños Rufus T. Firefly, que nos hicieron disfrutar de una gran velada; gracias a la banda y a la sala por hacerlo posible.